Agnódice. No sólo fue la primera ginecóloga de la historia, sino también el primer médico de sexo femenino. Y no, no fue nada fácil. La medicina en la Antigua Grecia estaba vetada para las mujeres, pero esta joven inquieta y arriesgada no dudó en vestirse de hombre para abrirse paso en esa ciencia que deseaba conocer y ejercer. Para ello hizo frente, primero, a su propio padre y, después, a la propia sociedad ateniense cuando fue descubierta. Estamos seguros de que esta historia te va a interesar…

La medicina en el siglo V a. C

Estamos en Grecia, símbolo de progreso y cultura, ahí donde se alzaron por primera vez los pilares de la Democracia. Pero ¿era esta sociedad tan avanzada como aparentaba a simple vista? En absoluto. En este contexto cuando hablamos de política, nos referimos únicamente a una política votada y ejercida por hombres, o para ser más exactos, «una élite de hombres» dentro de la esfera masculina.

¿Y qué ocurría en el campo de la medicina? Prácticamente lo mismo. La mujer no solo estaba vetada de cualquier espacio público donde existiera cierto poder, es más, sabios como Platón o Aristóteles no dejaban en buen lugar al sexo femenino. Y si hablábamos de medicina en esta época, dicha ciencia seguía asociada inevitablemente al gran Hipócrates, así como al mito de ese Apolo sanador, de su hijo Asclepio o del  sabio centauro Quirón, quien disponía de un conocimiento ilimitado sobre las hierbas sanadoras.

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Agnódice, la primera doctora de la Antigua Grecia

Agnódice tuvo la suerte de crecer en un ambiente de lujos y buena posición. Quizá por ello tuvo acceso a una buena educación y, sobre todo, a poder encender su curiosidad hacia el campo del ser humano y, por encima de todo, hacia el maravilloso fenómeno del nacimiento. Quería ayudar a las parturientas. Su padre quedó muy escandalizado ante este deseo y, aunque en un principio se lo prohibió, ello no evitó que Agnódice acudiera a los cursos disfrazada de hombre. Así que, para ello, lo primero que hizo fue cortarse el cabello.

Acudió a las clases del célebre médico Herófilo, consciente de que si era descubierta, podía ser sentenciada a muerte, tal y como marcaba la ley. Pero sus resultados académicos fueron excelentes, tanto, que incluso su propio padre la animó a que se siguiera formando en Egipto. Y así lo hizo… siempre bajo una apariencia masculina. Ya te puedes imaginar cómo recibieron su presencia todas aquellas mujeres embarazadas cuando Agnódice consiguió su título de ginecóloga. En el momento en que estaba a solas con ellas, la muchacha revelaba su secreto, con lo cual, toda mujer se sentía mucho más cómoda. Ello hizo que adquiriera una gran clientela y que la mayoría de pacientes eligieran su consulta frente a la de otros colegas.

Esto levantó sospechas y muchas envidias, tantas, que finalmente fue denunciado(a) ante el Areópago. Se dice, incluso, que para cursar la denuncia se la acusó incluso de «violaciones». ¿Y qué hizo Agnódice? Evidenciar la verdad, revelar que era una mujer. Lo único que había hecho en verdad era «violar» la ley, que decía que sólo los hombres podían practicar la medicina y ello estaba penado con la muerte.

"Friné ante el areópago" del pintor francés Jean-Léon Gérôme (1824-1904)
«Friné ante el areópago» del pintor francés Jean-Léon Gérôme (1824-1904)

No obstante, afortunadamente, nada de esto ocurrió. Como era de esperar acudieron en su ayuda la mayoría de mujeres de Atenas a las que había atendido, defendiendo su buen hacer y sus habilidades como ginecóloga. Un acto espontáneo que supuso un gran avance para nuestra historia porque, finalmente, la ley fue invalidada.

Una mujer valiente que hizo historia, al igual que la gran Hypatia de Alejandría, cuya historia te invitamos también a conocer.