En unos veinte siglos, la historia del cristianismo cuenta con cerca de dos mil referencias relacionadas con las apariciones marianas que han terminado teniendo una importancia histórica. En Supercurioso ya os hemos hablado sobre esto en «Apariciones fantasmales en el metro», pero en esta ocasión te mostramos las últimas apariciones marianas reconocidas por la Santa Sede. ¡Sigue leyendo

1. Nuestra Señora de Laus

Benoite Rencurel era una pastora joven de 17 años y no sabía leer ni escribir. Un día cualquiera se le presentó la Virgen con el niño sobre una gran piedra. Durante 4 meses estuvo conversando con ella como si se tratara de cualquier amigo o familiar.

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Benita le comentó a la dueña del rebaño lo que había estado haciendo durante todo este tiempo, su jefa no le creyó en un principio, pero llena de dudas, siguió a Benita hasta llegar al valle de Fours. No consiguió ver a la Virgen, pero sí escuchó lo que decía, expresándole que su conciencia no estaba tranquila y que debía hacer penitencia.

El obispo de Gap, en Francia, anunció el día 4 de mayo de 2008 la aprobación de las apariciones marianas en esta villa de los altos Alpes, entre 1664 y 1718, por la vidente Benoîte Rencurel.

2. Nuestra Señora del Corazón de Oro

La Virgen María se presentó más de treinta veces entre el 29 de noviembre de 1932 hasta el 3 de enero de 1933 a cinco niños de Beauraing, un pueblo pequeño de Bélgica localizado a 120 kilómetros de Bruselas. La primera vez que se presentó fue un 21 de diciembre diciendo: “Yo soy la Virgen Inmaculada”, para dos días más tarde expresar que : “aparezco para que se venga aquí a la peregrinación”, según contaron los niños.

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La visión de los infantes no fue muy creída y fueron castigados por sus padres por ello, aunque el mensaje sencillo y hermoso, unido a los demás testimonios acabaron con la incredulidad generalizada.

La Santa Sede aprobó estas apariciones y unas 200.000 personas visitan el Santurario de Nuestra Dama del Corazón de Oro anualmente.

3. La Virgen de Pontmain

Estamos en Francia, en el año 1871. Es 17 de enero y la guerra contra Prusia sigue rasgando el país.

Los pequeños hermanos Barbadette, Eugène y Joseph, al igual que sus amigas Jeanne-Marie Lebossé y Françoise Richer, afectados como solo los niños pueden estarlo en un ambiente bélico, ven a una mujer muy hermosa, con una corona dorada, cruzada por una raya roja, y ataviada con un vestido azul y un velo negro. A su alrededor multitud de estrellas.

La aparición se alarga durante 3 horas y durante este tiempo la Virgen pide a los pequeños que recen y que, si lo hacen, Dios escuchará sus súplicas. Según contaron los niños, ante ella apareció un crucifijo, de un tono parecido al de la sangre, con el nombre de Jesucristo escrito en rojo. Poco después, esta segunda aparición se desvaneció, la Virgen sonrió y, tras aparecer dos cruces de pequeñas dimensiones sobre sus hombros, también se marchó.

La virgen del velo, Giovanni Strazza

¿Qué había pasado? Los familiares adultos de los niños no podían dar crédito a sus palabras hasta que, más tarde, se supo que a la misma hora que vivían esta experiencia, el ejército enemigo recibía órdenes de alejarse de la ciudad, sin tomarla. Apenas 11 jornadas más tarde se firmaba la paz entre Francia y Prusia

Posteriormente se supo que a la hora de la aparición, el ejército prusiano recibió órdenes del alto mando de no tomar la ciudad. Once días después se firmaba el armisticio entre Francia y Prusia. Todos los niños, excepto una, tomaron los hábitos.

Impactante, ¿no?

¿Y tú? ¿Sabías algo de estas apariciones marianas? Si te ha parecido interesante, puedes seguir leyendo en «Apariciones marianas II».