En Supercurioso te contamos una vez quién era el hombre al que más veces le había caído un rayo, esta vez queremos descubrir cuál es el lugar de la Tierra en el que caen más rayos. ¿Cuántos deben caer y cada cuánto? Te lo contamos.

La Estación Espacial Internacional y el recuento de rayos

Muchos nos hemos preguntado alguna vez para qué sirve la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) que cruza el cielo nocturno a eso de las 7 u 8 de la noche (si vives en el hemisferio norte del planeta Tierra). Esas lucecitas que se desplazan a una velocidad inusitada para un avión, un meteorito o un satélite normal. Miras hacia arriba y, si el cielo está despejado, de pronto sorprendes esa luz, que viaja a través del espacio con unos cuantos ojos humanos viendo cosas inéditas hasta ahora.

Tracy Cadwell mirando hacia la Tierra desde la cúpula de la Estación Espacial Internacional (ISS)
Tracy Cadwell mirando hacia la Tierra desde la cúpula de la Estación Espacial Internacional (ISS)

Como las tormentas eléctricas que se suscitan en la atmósfera terrestre, que de otra manera no podríamos conocer. Según datos de la NASA, cada segundo caen 40 rayos en 2.000 tormentas simultáneas sobre el globo terráqueo y es un espectáculo que se ha vuelto cotidiano para los astronautas que viven y trabajan (¡qué suerte la suya!) en la Estación Espacial.

Pero a pesar de parecer un fenómeno azaroso, estos científicos se han dado cuenta de que las descargas eléctricas siguen un patrón que indica que la mayoría de los rayos caen sobre los continentes, en la zona ecuatorial y en las extensas regiones montañosas, un total impresionante de 1.200 millones de rayos anuales.

Lugares concretos donde caen más rayos
La Gran Sabana, Venezuela

En la región de la Gran Sabana, en Venezuela, se ha constatado que una cantidad considerable de rayos cae todos los años, generalmente en zonas descampadas de extensas sabanas y habitualmente deshabitadas, salvo por algún indígena que camina impertérrito, regresando de cazar.

Gran Sabana, Escudo Guayanés, Venezuela
Gran Sabana, Escudo Guayanés, Venezuela

Se han registrado casos en que los rayos caen sobre estos caminantes, atraídos por los machetes que sobresalen de sus “guayares” (mochilas donde guardan y llevan sus enseres), únicos pararrayos sobre la sabana.

Kifuka, el mayor pararrayos de la Tierra

Pero lo increíble y lo verdaderamente curioso es que en todo el mundo hay sólo un lugar que cuenta con el récord indiscutible de 158 rayos anuales por kilómetro cuadrado, cuando la media normal es de seis. Hablamos de una aldea de la República Democrática del Congo, Kifuka, en el África Central, que por su cercanía al ecuador y a sus particulares condiciones atmosféricas, acumula la mayor incidencia eléctrica del mundo.

La zona ecuatorial es donde hace más calor, donde están los bosques tropicales y donde se ocasionan los mayores ascensos de aire. En este sentido, las tormentas son como grandes chimeneas por donde suben las masas de aire caliente hacia la zona alta de la atmósfera y descienden luego, secas, en los desiertos.

Tormenta en Marden, Inglaterra, Reino Unido
Tormenta en Marden, Inglaterra, Reino Unido

En África, las corrientes desde el océano Atlántico, las zonas montañosas y el desierto del Sahara, hacia el norte, vuelven a Kifuka el lugar idóneo para que haya la tormenta perfecta o, al menos, permanente, pues esta pequeña aldea está situada a 300 kilómetros al sur del ecuador, y está rodeada de inmensas montañas que absorben nubes procedentes del Atlántico, formadas sobre la selva tropical.

Estos científicos han visto que también hay ciertas diferencias estacionales: en el hemisferio norte, en verano, hay más tormentas porque hay más tierra continental, pero al mismo tiempo los rayos del invierno son más intensos, porque las tormentas eléctricas nacen a mayor altura.

Sin embargo, éste es un tema del que aún se conoce poco, pues no se sabe todavía qué es lo que causa las nubes de tormenta.

Teorías más allá de la tierra

Lo que sí saben los científicos es que los campos eléctricos de las nubes tienen apenas una décima parte de la energía que se necesita para producir los rayos.

Una de las teorías más aceptadas es que los rayos cósmicos, que vienen del espacio, son los que dan la energía extra necesaria para prender la chispa. Y así es como comienzan nuestras tormentas terrestres.

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