El título de este artículo ya debe haberte causado un escalofrío. No vamos a hablarte de cómo es posible introducir un alma en un recipiente físico como un muñeco, ni vamos a debatir sobre la existencia o no del alma humana, o si los muñecos embrujados son reales o no.

Vamos a hablarte de una moda, o más que una moda una tradición. Porque el Kuman Thong tiene una larga historia dentro del budismo o más concretamente, del budismo que se practica en Tailandia. Y te aseguramos, que es realmente aterrador…

Hoy en Supercurioso queremos hablarte de unas muñecas muy especiales que solo los más arriesgados se atreven a tener en casa.

Descubre si tú eres uno de ellos.

Los inquietantes muñecos de Tailandia

Empezaremos comprendiendo un poco más lo que significa Kuman Thong. Este término hace referencia a una divinidad del hogar del pueblo tailandés. Se dice que trae la buenaventura en el hogar, la riqueza, la suerte y el equilibrio.

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Ahora bien, esa divinidad es en realidad un niño, «un niño dorado» o en su esencia, el alma de una criatura fallecida.  En la antigüedad o en los pueblos muy tradicionales del país se utilizaban fetos disecados, cuerpos de criaturas que no habían llegado a término, y que un brujo utilizaba para invocar a su vez almas de niños fallecidos. Eran reclamos. Recipientes huecos que podían albergar la esencia vital de infantes que estaban en el otro lado.

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El proceso para llevar a cabo tal tarea también resultaba algo «espeluznante». Se llevaba al feto a un cementerio, y allí, se invocaba al Kuman Thong, el niño dorado. Una vez esa alma entraba en el interior de esos restos humanos, el brujo los sellaba con una especie de laca de color reluciente.

Te preguntarás también qué se hacía con ellos. Bien, esos fetos disecados se colocaban en un espacio distinguido de la casa, para que las personas interactuaran con ellos como si fueran niños vivos. Les hablaban, les hacían preguntas… Los hacían «presentes» para que les otorgase la suerte.

Todo lo que te acabamos de explicar hacía referencia a tiempos pretéritos, o al menos así se creía. Porque la realidad parece ser muy distinta, y porque a día de hoy, aunque no lo creamos, se ha puesto en práctica una moda que está adquiriendo mucha trascendencia: la de vender muñecos de apariencia muy realista donde se supone, va incluida el alma de un niño.

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La artífice de esta idea recuperada del pasado es una mujer: Mananya Boone. Según ella misma nos explica lo que en primer lugar debemos hacer es elegir la muñeca que más nos agrade. El vendedor la reserva, la aparta y la prepara para recibir un rito, un rito muy especial en el cual invocar a una serie de dioses hindúes que harán de mediadores para traer el alma de un niño que a su vez, desee introducirse en la muñeca elegida.

El último paso, es sencillo y requiere mucho cariño. Quien «adopte» a este muñeco debe cuidarlo, atenderlo, cepillar su cabello, adornarlo y ponerle bisutería. Se trata de humanizar al muñeco portante de un alma humana para que se sienta agasajado, honrado y reconocido.

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Si esa alma se ve atendida, ofrecerá suerte y bonanza al hogar que lo acoja. Ahora bien, en ningún momento debemos dejarlo de lado olvidado, no vale situarlo en una estantería para dejar que el polvo del olvido se adhiera a él… Porque de lo contrario, esa alma infantil puede enfadarse. ¡Hay que tener cuidado!

Como ves, la práctica del Kuman Thong es algo singular e inquietante. Y ahora dinos ¿qué te parece? ¿Adoptarías un muñeco como estos? Si te ha gustado este artículo no dudes en conocer también a Katrin Reedic, la mujer que colecciona muñecas embrujadas.