Hace un tiempo visitamos la enorme meseta del Roraima, ahora te invitamos a dar un paseo por la Gran Sabana a través de su mitología, de algunos seres que acompañan la vida cotidiana del pueblo indígena pemón, que habita desde hace cientos de años esa zona privilegiada del planeta, al sur de Venezuela.

sabana

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¿De dónde vienen los pemón?

Es un pueblo de origen caribe que, debido a los enfrentamientos con los españoles –desde principios del siglo XVI hasta mediados del siglo XVIII– utilizó la Gran Sabana y el Alto Paragua como zona de paso hacia el Uraricoera y el río Branco, en el vecino Brasil, así como hacia el Mazaruni y el Esequibo, y desde allí al mar, a las Antillas Menores y de nuevo al Orinoco.

Mapa de Venezuela
Mapa de Venezuela

Según algunos historiadores, a mediados del siglo XVIII definitivamente se ocupa la Gran Sabana, cuando los pemón son derrotados en el Orinoco por los conquistadores y forzados a retroceder hasta el sur.

Este pueblo de raíz caribe llevó consigo sus mitos y leyendas, sus cantos y su cosmos, todo vivido con una profunda religiosidad, aunque sin una religión convencional. Su relación con el mundo que los rodea es mágica, y a través de una honda observación de la naturaleza, le dan vida a lo inanimado y lo convierten en espíritus.

Estos espíritus son los dueños de los bosques, de las aguas, de los tepuyes… habitantes de esos lugares y a quienes hay que pedir permiso para entrar.

pozo

En este artículo hablaremos de ciertos seres que pueden tener correspondencia con otras culturas: los amayikok, los rató, las ara’sari y las tuenkarón.

Los amayikok

Son los espíritus de los bosques, que podríamos hermanar con los duendes de otras mitologías. Ésta es la descripción que dan de ellos los pemón: personas normales, blancas, velludas, altas. Viven en los bosques, en sitios alejados, pero si uno se interna y anda distraído, ellos se aparecen y nos enseñan el camino a sus casas, camino que sin su guía nunca encontraríamos. Hay amayikok hembras, varones y niños; a estos últimos les gusta jugar con los niños humanos, los invitan a sus casas y les dan de comer.

Para los pemón la melancolía es un síntoma de que el alma ha sido llevada por estos espíritus, y cuando un niño anda triste, solitario y callado es hora de llamar a un piasán o chamán porque indudablemente un amayikok le está llevando el alma. Hay que hacer tarén, o conjuro mágico, para traerla de vuelta, y hay que gritarles a los amayikok con autoridad para que dejen tranquilos a los niños.

niñas pemón

Sin embargo, no siempre hacen daño. Pueden ayudar a encontrar el camino de vuelta a una persona extraviada en el bosque, o pueden ayudar a un cazador a ser mejor en la caza, todo depende del ánimo que traigan.

Se pueden ver, pero enferman a quien los ve. Llegan como brisa, y luego se transforman en personas. También llegan en forma de aves.

Los ratós

Son los dueños de las aguas, viven dentro de ellas, en lagunas, ríos, quebradas, saltos y morichales. El remolino –kuranau– es un hijo de rató, así como los cangrejos o los grandes animales que viven en el agua. En cada pozo de la Gran Sabana hay un rató. Y las lluvias son producidas por él.

jaspe

Si sueñas con un rató se considera de mal augurio, y lo recomendable es que no te acerques a ningún río, por si acaso.

Ara’sari y Tuenkarón

Ara’sari es como una sirena: mitad mujer y mitad pez. La han visto sentada en las piedras y la describen como una mujer rubia. Cuando alguien se le acerca se lanza al agua. Podría considerarse pariente de rató, ya que vive en los mismos sitios. Los hombres suelen ser seducidos por Ara’sari, aunque no precisamente por su canto o su voz: su belleza sugestiva y lo inaprehensible de su cuerpo ejercen suficiente atracción para que los hombres quieran ir detrás de ella.

sirena

Tuenkarón también es una mujer, pero pequeñísima, con largos cabellos oscuros que ondean en el agua. No hace daño y si bien puede verse, no es algo muy común. Vive en quebradas de agua clara. Es escurridiza, y hay personas que juran haberla visto, a pesar de que no se queda mucho tiempo al aire libre. No te puedes acercar porque desaparece.

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Ya ves que hay ciertas imágenes que se repiten en muchas culturas. Los pemón las han transmitido de forma oral durante al menos 250 años.

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