¿Alguna vez te has enfadado con alguien cuando tenías hambre? Si es así, has experimentado «hangry» (un juego de palabras entre «hungry», hambriento, y «angry», enfadado), el fenómeno por el cual algunas personas tienen mal humor cuando están hambrientos.

Pero ¿de dónde viene esto? y ¿por qué es que sólo algunas personas parecen enfardarse al tener hambre? La respuesta se encuentra en algunos de los procesos que ocurren dentro de nuestro cuerpo cuando necesitamos alimentarnos.

La fisiología de la suspensión

Cuando pasa el tiempo después de nuestra última comida, la cantidad de los nutrientes que circulan en el torrente sanguíneo comienza a bajar. Si nuestros niveles de glucosa en la sangre están muy bajos, nuestro cerebro lo percibe como una situación que amenaza la vida.

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Entonces comportarnos dentro de las normas socialmente aceptables empieza a ser más difícil. Es por eso que nos esforzamos en comportarnos en esos instantes con aquellos que menos conocemos, pero somos capaces de darle un bocado a amigos y familiares, si nos molestan un poco.

Otra respuesta corporal

Cuando los niveles de glucosa en sangre caen a un cierto umbral, el cerebro envía instrucciones a varios órganos de su cuerpo para sintetizar y liberar hormonas que aumentan la cantidad de glucosa en el torrente sanguíneo.

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Algunas de las hormonas reguladoras de glucosa liberan estrés. De hecho, la adrenalina es una de las principales hormonas que se liberan en el torrente sanguíneo con la respuesta de «lucha o huida» a un susto repentino, la glucosa puede promover una respuesta similar.

Naturaleza y educación

Otra de las razones de que el hambre esté vinculado a la ira es que ambos están controlados por genes comunes. Como se puede ver, hay varias vías que pueden hacer que seas más propenso a la ira cuando se tiene hambre. La ira es, sin duda, un mecanismo de supervivencia que ha servido a los seres humanos y a otros animales.

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Mientras que muchos factores físicos contribuyen a este suceso, los factores psicosociales también tienen un papel. La cultura influye cuando tú expresas agresión verbal directa o indirecta, por ejemplo. Y como todos somos diferentes a través de todos estos factores, no es de extrañar que haya diferencias en lo enfadadas que parecen algunas personas cuando tienen hambre.