Empecemos por reiterar que la frase “nada es absoluto, todo es relativo” nunca fue dicha por Albert Einstein (1879-1955), y además basó su famosa teoría en algo tan absoluto como la velocidad de la luz. Era también un hombre con creencias y opiniones firmes sobre el mundo y la sociedad de su época, y eso le causó serios problemas en casi todos los países donde le tocó vivir.

Sagan y Einstein

Mucho de esto se refleja en el hermoso capítulo que Carl Sagan dedicó a Einstein en su libro El cerebro de Broca (1974), cuyo título -“Este mundo que nos llama como una liberación”- es un extracto de una cita de este extraordinario científico, que no sólo revolucionó la física y nuestra manera de percibir el universo, sino que al mismo tiempo mantuvo una actitud casi siempre firme contra cualquier forma de autoritarismo y contra las guerras.

Su  oposición a la Primera Guerra

Su actitud pacifista provocó su aislamiento académico en Alemania durante la Primera Guerra y no fue preso porque años antes se había hecho ciudadano suizo (Bertrand Russell no tuvo la misma suerte en Inglaterra por asumir posiciones similares).

Einstein y el ascenso del nazismo

En la década de los veinte el creciente antisemitismo y el ascenso del nacionalsocialismo lo llevaron a pelear por el derecho a la libertad académica y de investigación, y a abogar por la liberación de los presos políticos. Sin embargo, ya en los años treinta, con el triunfo de Hitler, se vio obligado a abandonar Alemania y a instalarse en los Estados Unidos, donde residió hasta su muerte.

nazis Einstein

La física “aria” y la física “socialista”

«Nuestro Führer ha eliminado este mismo espíritu de la política y la economía nacionales, en las que es conocido como marxismo. No obstante, en el terreno de las ciencias naturales, sigue mostrándose influyente a través de un indebido reconocimiento de la obra de Einstein. Debe dejarse bien sentado que para todo intelectual alemán es indecoroso seguir las ideas de un judío. La ciencia natural propiamente dicha es de exclusivo origen ario (…)»

Estas palabras fueron dichas por el físico alemán Philipp Lenard, que también había recibido el Premio Nobel (Einstein lo recibió en 1921), y avaladas por numerosos científicos alemanes.

Irónicamente, mientras los físicos del nazismo descalificaban sus aportes científicos, lo mismo hacían los físicos de Stalin –a pesar de la simpatía declarada por Albert a favor del socialismo-, que calificaban su teoría de “física burguesa”.

Einstein y el movimiento sionista

Aunque estaba alejado de los sistemas religiosos tradicionales, incluido el judaísmo, ante el creciente movimiento antisemita se afilió al movimiento sionista; sin embargo, incluso en éste había sectores que desconfiaban de él por sus opiniones a favor de un entendimiento con los árabes.

Cartel de Einstein en Irán
Cartel de Einstein en Irán

La excepción que confirma la guerra

Su única “traición” a sus principios pacifistas, de la que posteriormente se arrepintió públicamente, fue su carta al presidente Roosevelt pidiendo que desarrollase armas nucleares, cosa que hizo por miedo al avance de la Alemania nazi y a que éstos ya estuviesen desarrollando la bomba.

“Quién es el tal Einstein”

Ya en Estados Unidos y después de la guerra se unió a Russell y a otros intelectuales en una inútil lucha por la eliminación de las armas nucleares; también le tocó enfrentarse al creciente movimiento anticonstitucional que derivó en el macartismo y nuevamente fue amenazado y considerado peligroso, como muestra esta declaración de un congresista por Mississippi cuando Einstein, en 1945, propuso que Estados Unidos rompiese relaciones con la España de Franco:

«(…) este agitador nacido allende nuestras fronteras, quisiera sumergirnos en otra guerra para facilitar la expansión del comunismo a través del mundo… Ya es hora de que el pueblo norteamericano empiece a darse cuenta de quién es el tal Einstein.»

Su oposición abierta al Comité de Actividades Antinorteamericanas y su obstinación al negarse a asistir a las “invitaciones” del comité, por considerarlas inconstitucionales, hicieron que el mismo senador Joseph McCarthy afirmara en 1953, dos años antes de su muerte, que Einstein era “un indudable enemigo de América”.

Foto tomada en 1899 en su casa de Berna, Suiza, junto a algunos de sus amigos
Foto tomada en 1899 en su casa de Berna, Suiza, junto a algunos de sus amigos

Sin duda no era así, Albert Einstein y su genio son prueba fehaciente de las alturas que puede alcanzar la mente humana cuando ésta es libre de desarrollarse.

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