Durante prácticamente toda la historia de la humanidad y hasta hace pocas décadas, los niños eran posesiones de sus padres y no tenían ningún derecho. En muchos casos se les veía como futura mano de obra para la familia. Esto que desgraciadamente aún ocurre en algunos lugares del mundo, contrasta con lo que pasa en los países desarrollados en los que los niños se han convertido en el bien más preciado, pero ¿cómo era ser niño en la antigua Roma?

¿Cómo era ser niño en la antigua Roma?

La llegada al mundo hasta épocas relativamente recientes era un riesgo enorme. Tanto la madre como el recién nacido tenían bastantes probabilidades de morir. El Imperio Romano no era una excepción. Los patricios morían casi tanto como esclavos o plebeyos a pesar de contar con mayor asistencia médica. A pesar de eso, en la antigua Roma muchos niños venían al mundo sanos y su nacimiento era celebrado por toda la familia. En esa época, la dicha era mayor si era un varón ya que perpetuaría el apellido y podía llegar a hacer grandes cosas. Las mujeres en cambio quedaban sometidas a la autoridad paterna, que las casaría con quien le pareciera conveniente.

Ser niño en la antigua Roma

La costumbre romana pasaba por la aceptación por parte del padre del recién nacido. Se colocaba el bebé en el suelo y si el padre lo recogía y recorría la casa con él, es que lo aceptaba y le daba sus apellidos, si lo dejaba en el suelo es que no lo consideraba aceptable. Normalmente esto ocurría si el bebé tenía algún tipo de malformación o deficiencia. Consideraban que no tenía futuro o que no era hijo suyo y que era mejor dejarlo morir. Lo «normal», cuando el padre no lo quería, era dejarlo en la puerta de un templo, donde quedaba hasta que alguien lo adoptaba o moría.

Ser niño en la antigua Roma

A los 8 días si era hembra o 9 días si era varón se consideraba que tenía ya posibilidades de sobrevivir y se celebraba la purificación. Se le daban 3 nombres. Además, se le colocaba un amuleto al cuello, parecido a las medallas que se llevan en la actualidad, cuya finalidad era actuar como protección para el niño durante su infancia. El material en que se confeccionaba dependía de la categoría social de la familia. Los varones lo llevaban hasta que se les consideraba un hombre y en ese momento lo ofrendaban a los dioses del hogar, los lares. Las niñas hacían lo mismo al contraer matrimonio. Si los niños romanos libres llegaban a cumplir un año, sus padres pedían la ciudadanía. Al parecer se recordaba la fecha de nacimiento y se celebraban los cumpleaños.

Si nacías de una pareja de esclavos, eras esclavo y pertenecías a tu amo. Si los padres eran liberados, los hijos que ya tenían en ese momento continuaban siendo propiedad del amo. Si nacías cuando tus padres ya eran libres, tú eras libre también. En las casas, los niños convivían prácticamente sin tener en cuenta su estatus. Al hacerse mayores unos serían los amos y los otros los esclavos, pero en la infancia lo normal era que jugaran juntos. 

Ser niño en la antigua Roma

En los yacimientos arqueológicos se han encontrado numerosas muestras de juguetes pertenecientes a niños romanos. Sonajeros para los bebés, peonzas, aros, pequeños gladius (espaditas), cometas, carros, muñecas articuladas, vasos, platos y ollas para jugar a cocinitas y muchas cosas más muy similares a objetos con los que aún juegan los niños de hoy en día. En cuanto a la ropa que vestían, los niños patricios llevaban túnicas blancas con un cinturón de color hasta que se hacían adultos y las niñas túnicas femeninas infantiles hasta que se casaban. Los niños romanos esclavos vestían túnicas hasta la rodilla aptas para realizar los trabajos que tuvieran encomendados.

Ser niño en la antigua Roma

Los conocimientos básicos como la lectura, escritura y matemáticas muchas veces se impartía en el propio hogar y si la familia era adinerada tenían un esclavo, que solía ser griego, que hacía de preceptor. En otros casos se acudía a una escuela mixta entre los 6 y los 12 años, edad en la que las niñas abandonaban la escuela y los niños seguían hasta los 14. Existía la figura del «paedagogus» que era el esclavo que acompañaba al niño a la escuela y le ayudaba con las tareas. Las chicas podían seguir estudiando en casa si su padre lo consideraba conveniente y los varones seguían estudiando hasta los 16 o 17 años, edad en la que se los consideraba adultos y debían elegir su futuro. Judicialmente se distinguía entre los impúberes y los púberes, aunque en el caso de las chicas esto no era importante, pues siempre quedaban sometidas a la tutela de un varón.

¿Qué te parece la vida del niño en la antigua Roma? ¿Crees que es muy diferente de la de los niños de hoy en día? Si te ha interesado esta historia, quizá quieras saber la consideración en que recibían las mujeres en el antiguo Egipto.