La prostitución es, como suele decirse, el oficio más viejo del mundo, ese al que le sigue la política, tal y como dijo una vez Ronald Reagan, aunque ambos en algunas ocasiones puedan parecerse. Un periodo interesante donde ambos oficios alcanzaron la mayor cuota de corrupción, rencillas y traiciones, fue durante el Imperio Romano, ahí donde los burdeles llegaron a abundar en gran cantidad, tanto en Grecia como en Roma.

La sexualidad era algo muy exaltado en la sociedad romana, de ahí sus múltiples representaciones en murales y exquisitos mosaicos que a día de hoy podemos seguir contemplando. Y es que era social y legalmente aceptable que los hombres romanos tuvieran sexo, al igual que las mujeres, con prostitutos o esclavos. Leyes como la Lex Scantinia, Lex Iulia y Lex Iulia lo permitían, mientras que otras como la Lex Scantiniacomo para la milicia romana ponían algún que otro límite, pero cualquier barrera se rompía desde el momento en que los esclavos o los llamados «bárbaros» no eran considerados personas, sino «cosas», de ahí que podían ser utilizados de modo legal para cualquier finalidad sexual.

Ser prostituta o prostituto no era algo que nadie elegía ni de lo que se disfrutaba, hemos de matizarlo. Muchos eran explotados, la mayoría eran esclavos o esclavas sometidas a estas prácticas y a quienes se les compraba para dicho fin. El Derecho romano, por su parte, defendía a las meretrices y no las castigaba, ahora bien, eran etiquetadas como «probrosae», es decir, personas que no disponían de derecho para poder casarse con ciudadanos romanos nacidos libres. Veamos pues qué tipos de prostitución existía en esta época.

El oficio más antiguo del mundo en la Antigua Roma

En primer lugar hemos de hablar de un escenario básico relacionado con la prostitución romana: el lupanar. Ubicado normalmente al final de las calles más importantes de la ciudad, los clientes accedían a estos centros que quedaban algo disimulados para los transeúntes. Por eso, en ocasiones, se dejaban algunas señales en paredes o en las calzadas para indicar la dirección del lupanar o «prostíbulo», pequeños dibujos que se representaban en diminutos «falos» orientando la dirección adecuada.

La palabra lupanar deriva de lupae y ensalza tanto a la figura de las lobas como de las prostitutas. De aquí viene, por ejemplo, la clásica imagen de la loba amamantando a Rómulo y Remo, de la cual surgió la propia Roma a raíz de este término, que no es más que el de esa mujer que se dedica precisamente al oficio más viejo del mundo.

El lupanar disponía de dos plantas, arriba estaban los clientes más distinguidos y acaudalados en el cual se abría a su vez un balcón donde las mujeres, podían seducir a los viandantes más ricos. Por su parte, en la planta baja se reunía la prole o personas sin demasiados recursos que esperaban su turno a que las meretrices les atendieran. Normalmente en esta planta inferior se distribuían cinco habitaciones también llamadas «fornices»

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¿Te has preguntado alguna vez de donde proviene la palabra prostituta? Deriva de «pro statuere», es decir, estar colocado delante o, sencillamente, «mostrarse». Una práctica que estas mujeres realizaban tanto en los lupanares como en los diferentes escenarios donde ofrecieran sus servicios, de ahí que existieran diferentes tipos de prostitutas (y prostitutos, no podemos pasarlos por alto) que pasamos seguidamente a describirte:

Delicatae

En esta primera categoría entraban aquellas mujeres que ofrecían sus servicios a quien ellas elegían. Eran meretrices caras y distinguidas entre las que podríamos incluir perfectamente a Valeria Messalina, la famosa esposa del emperador Claudio, famosa por sus comportamientos libidinosos y escandalosos.

Copae

Mujeres que trabajan en la Caupona, es decir, una  tienda de bebida y comida donde los hombres acudían para tomar «algo rápido».

La pala

En este término entrarían la gran mayoría de personas sometidas a la prostitución de la época. O bien porque habían sido compradas o porque se veían obligadas a mantenerse a sí mismas y a su familia, eran las meretrices que no podían elegir y que aceptaban a todo aquel que les pagara una moneda.

El leno

Figura que sigue existiendo a día de hoy. No es más que el proxeneta o persona que cobra una comisión de la prostituta y que intenta mantener el orden.

Forariae

Mujeres que se situaban a las afueras de las ciudades, en caminos alejados o calzadas de las afueras para ofrecer sus servicios

Bustuariae

Posiblemente las más curiosas de todas, las más valientes y a la vez inquietantes. Las meretrices a las que se les llamaba bustuariae, se situaban cerca de los cementerios para quedar con sus clientes.

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Términos curiosos que te invitamos a ampliar con libros como «Los olvidados de Roma» de Robert C. Knapp, donde se nos descubre este oficio tan clásico que forma parte de nuestra historia, y que, por qué no, merece la pena también conocer. Mientras, desde Supercurioso te invitamos a descubrir también otro interesante artículo, «¿Puede una mujer tener 226 orgasmos seguidos?»