En algún momento de nuestras vidas todos hemos llegado a experimentar sentimientos de culpa, ya sea en menor o mayor grado, siempre habrá algo que nos haga sentir un tanto arrepentidos, quizá algo que dijimos o algo que hicimos. Sin embargo, el sentimiento nos remuerde la conciencia y eventualmente tratamos de superarlo con conductas de redención. Pero, ¿cómo sería si las autoridades de nuestros tiempos tuvieran la capacidad de castigarnos por todas esas “metidas de pata” con suplicios sacados de nuestras peores pesadillas? Probablemente este sería un mundo mejor… ¿o no? Conoce uno de los mitos de la antigua Grecia que mantenían a los ciudadanos en alerta constante y cuidado de sus actos.

Malestares de remordimiento

Tal como se ha explicado, el ser humano, en su infinita rareza y complejidad, tiende en ocasiones a pensar sólo en sí mismo, estos instantes pueden llevarlo a situaciones en donde el aventajamiento sobre otra persona lo hace sentir miserable. Mantiene el pensamiento de que “esto es lo peor que he hecho”, lo cual es un indicador de que está siendo permeado sanamente para la convivencia funcional en la sociedad que habita. Esta idea ha impulsado a las mentes más brillantes desde tiempos remotos para beneficiar a la población en la mayor parte de las ciudades, enviando una advertencia para todo aquel que piense cometer actos nocivos hacia sí mismo u otra persona.

Detalle. "Erinias" de John Singer Sargent (1921)
Detalle. «Erinias» de John Singer Sargent (1921)

Los “malestares” que sentimos cuando la conciencia nos hace reflexionar sobre nuestros actos tuvieron nombre, voz e imagen para los antiguos Griegos, ellos afirmaban que dichas emociones eran ocasionadas por Las erinias o Furias, deidades que encarnaban la venganza y el concepto de castigo en aquel entonces.

Origen del mito de las Erinias

Las Erinias, según cuenta el mito registrado por Hesiodo, fueron creadas cuando Cronos atacó a Urano castrándolo en un afán por arrebatarle su poder. La sangre y el esperma que Urano derramó sobre el cuerpo de Gea, madre de Cronos, dio vida a las Erinias.

Éstas eran tres mujeres: Alecto, Tisifone y Megara. Se las describe usualmente como terribles seres demoníacos con cabeza de perro, cabellos de serpiente y alas de murciélago. Normalmente portaban un látigo y anillos de bronce con los que ejercían sus castigos sobre los humanos.

"Orestes perseguido por las Furias" (Carl Rahl, sobre 1852)
«Orestes perseguido por las Furias» (Carl Rahl, sobre 1852)

Tisifone, era conocida por el nombre de “la Furia vengadora” ella se encargaba de castigar a todo aquel que rebasara los límites de la buena conducta; Megara se encargaba de crear odio y discordia entre los mortales y Alecto tenía una tarea siniestra y ardua, pues el suplicio que provocaba no duraba unos minutos o un día, ella perseguía y torturaba a su víctima el tiempo que fuera necesario hasta arrastrarla a la locura, para que ésta nunca volviera a cometer un acto reprochable. Se dice que ellas vivían en el Tártaro (mundo de los muertos), sin embargo podían transportarse inmediatamente a la tierra para perseguir a su víctima, quien deambulaba errante hasta purificar su crimen, aunque esto lo llevara a la muerte.

Se las relaciona principalmente en crímenes cometidos en contra de la familia, así como también con la tarea de cuidar el orden religioso y cívico.

Intervención de las Erinias en otros mitos

Diversos mitos incluyen la influencia de las Erinias en su historia, la más representativa es la de la familia que profanó sus lazos con muerte y venganza, esta se da a conocer en la Tragedia de Esquilo que narra sobre la muerte del rey Agamenón después de la invasión a Troya. Orestes, hijo de Agamenón, fue atormentado por las Erinias al asesinar a su madre, quien a su vez había arrebatado la vida de su esposo Agamenón. Alecto persiguió y torturó al joven príncipe durante mucho tiempo hasta que éste solicitó la ayuda de la diosa guerrera Atenea, por lo que fue perdonado.

ATENEA

El destino de las Erinias fue el de convertirse en benevolentes, tras la intervención de la diosa, conociéndoseles a partir de este momento como “Euménides” para no provocar su ira.

Están involucradas también en la maldición que cubre a Edipo y se dice que fungen como torturadoras de los muertos en el infierno.

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