Las estructuras construidas por el Imperio Romano son hoy en día un testimonio de su grandeza y gloriosos días. A pesar de tener miles de años de edad, aún siguen de pie y se conservan. El secreto de su longevidad está en la fórmula especial de cemento que los antiguos romanos desarrollaron. Descubre cómo es que estos monumentos se conservan mientras el cemento moderno decae.

Este es el secreto de la durabilidad del cemento romano antiguo

Las estructuras de la Antigua Roma se mantienen en pie más de 1.500 años después de que el último centurión se desvaneciera y el secreto de esta impresionante hazaña ha sido finalmente descifrado. 

La receta romana de cemento era una mezcla de ceniza volcánica, cal (óxido de calcio), agua de mar y grumos de roca volcánica. Esta mantuvo de pie muelles, rompeolas y puertos y a diferencia de los materiales modernos, las antiguas estructuras a base de agua se hicieron más fuertes con el tiempo, en lugar de deteriorarse.

Los científicos dicen que este es el resultado de la reacción del agua de mar con el material volcánico en el cemento y la creación de nuevos minerales que reforzaron el cemento romano.

De acuerdo con Marie Jackson, geóloga de la Universidad de Utah y coautora de un estudio sobre estructuras romanas, los romanos eran conscientes de las virtudes de su cemento, con el escritor Plinio el Viejo expresando en su Historia Natural que es «inexpugnable a las olas y cada día más fuerte».

Ahora, según afirman los especialistas, han averiguado cómo lo lograron. Durante su estudio, Jackson y sus colegas analizaron núcleos de cemento de muelles romanos, rompeolas y puertos.

Trabajos previos habían revelado partículas de cal dentro de los núcleos que sorprendentemente contenían tobermorita aluminosa mineral, una sustancia rara que es difícil de fabricar.

¿Por qué el cemento romano antiguo se conserva mientras el moderno decae?

Ahora Jackson y su equipo han hecho otro descubrimiento. Al analizar el cemento, encontraron abundante tobermorita creciendo a través de la estructura del cemento, a menudo en asociación con la phillipsita (otro mineral).

Esto reveló otro proceso que también estaba ocurriendo. Con el tiempo, el agua de mar que se filtraba a través del hormigón disolvió los cristales y vidrios volcánicos, cristalizando en su lugar tobermorita aluminosa y phillipsita.

Estos minerales ayudaron a reforzar el cemento romano, evitando que las grietas crecieran y provocando que las estructuras se hagan más fuertes con el tiempo a medida que crecen los minerales.

Por el contrario, el cemento moderno, basado en el cemento Portland, no debería cambiar después de endurecer, lo que significa que cualquier reacción con el material causa daños.

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Imágenes: Wikimedia Commons