Todos sabemos qué implica un minuto de silencio: un acto de honra a los caídos, a esos que ya no están con nosotros y que, sin embargo, merecen permanecer firmes en nuestra memoria. Desde que el mundo es mundo o, cuanto menos, desde que el hombre es hombre que vive entre sus semejantes, existen rituales que buscan vencer a la muerte. Pero, ¿cuándo comenzó exactamente el minuto de silencio tal como lo conocemos hoy en día?

Podrá parecer una tradición que viene de los albores del tiempo, desde los griegos, quizá, o los romanos, los egipcios, los etruscos, o quién sabe qué otra cultura antigua. Pero la realidad es muy distinta, ya que el minuto de silencio es una honra de data reciente: basta con volverse un par de siglos al pasado para encontrarla, ya que sus orígenes tiene algo menos de una centuria. No obstante, no es poco frecuente encontrar este hábito en películas que nos hablan de otras épocas, lo que no es más que una extrapolación del presente al pasado, un anacronismo que agregan los cineastas para atraparnos en su historia, pero no una representación fidedigna, pues la historia del minuto de silencio no va más allá de la Primera Guerra Mundial. A continuación, en Supercurioso te contamos dónde y cuándo encontramos la costumbre de guardar un minuto de silencio.

El origen de «guardar un minuto de silencio»

Tal como veníamos contando, la historia del minuto de silencio se remonta hasta la Primera Guerra Mundial. Tras la gran guerra, los países ganadores salieron a celebrar la victoria con pompas y festejos a todo dar, después de todo era el fin de la guerra más grande conocida por el hombre hasta el momento, lo que no era poca cosa. La gran guerra había instaurado un panorama desolador, de incertidumbre, por lo que su fin significaba un gran suspiro.

Cinco minutos de silencio

Edward Honey, un periodista que había visto con sus propios ojos la marejada de muertos que había dejado la guerra y las desgracias que había ocasionado, pensaba que más que celebrar el fin de la guerra, lo que debían hacer los seres humanos era honrar a aquellos que habían caído en batalla, defendiendo a sus seres queridos y sus formas de vida. Este periodista no perdió la oportunidad y, bajo pseudónimo, se pronunció en un importante periódico de la época, con voz firme y tajante, denunciando el festejo y afirmando que más que se debía era honrar a los caídos con cinco minutos de silencio. 300 segundos de calma total y profunda en sus tierras, de este a oeste, de norte a sur, como la mejor manera de conmemorar la tragedia de la que salían.

Dos minutos de silencio

Fue el Rey Jorge V del Reino Unido quien dio instrucciones para que el 11 de noviembre de 1919, a las 11 de la mañana, todos aquellos que se encontraran en tierras inglesas guardaran dos minutos de silencio profundo en conmemoración hacia aquellos que habían perdido su vida en batalla. ¿Por qué pasó de cinco minutos a dos? No se conoce a ciencia cierta. Hay quienes opinan que el empresario sudafricano Sir Percy Fitzpatrick fue quien le hizo dicha propuesta a Jorge V, pero en verdad no se tiene certeza de este hecho y por lo tanto se le sigue atribuyendo su creación a Edward Honey. El punto, en todo caso, es que aquel 11 de noviembre, a las 11 de la mañana, no retumbó ni una sola voz en el Reino Unido, y en aquel silencio se sintió con profundidad la ausencia de los caídos. 

Un minuto de silencio

Con el paso del tiempo, la tradición fue expandiéndose hasta convertirse en un deber prácticamente obligatorio en casos de grandes tragedias o momentos fúnebres. Y de nuevo nos encontramos ante la pregunta: ¿por qué pasó de dos minutos a uno? Tampoco se sabe con precisión. Es la manera en la que los mitos y costumbres van mutando entre los hombres, a través del tiempo, la manera en la que nos vamos amoldando a los acontecimientos. Y así, pasado de unos minutos de silencio a otros, el mundo va cambiando a cada momento.

Esperamos que te haya gustado conocer un poco más acerca de los orígenes de la costumbre de guardar un minuto de silencio. Déjanos un comentario y cuéntanos: ¿crees que es una costumbre que deberíamos mantener? ¿Te parece por lo contrario una pérdida de tiempo? Escríbenos con todas tus impresiones, ¡te leeremos con mucho interés!