El trato que recibe la muerte puede cambiar significativamente dependiendo de las variadas costumbres y tradiciones repartidas en el mundo, y sobre todo, con el paso del tiempo. En la época victoriana el paso al Más Allá merecía tanta atención que, antes y después de morir, se llevaban a cabo una serie de preparativos fúnebres inesperados que te interesará conocer.

5 preparativos fúnebres victorianos que hacen ver a la muerte como un espectáculo

  1. Como pasatiempo, planificaban el funeral desde la juventud

En la juventud creemos que la muerte se encuentra demasiado lejos como para pensar insistentemente que en cualquier momento nos alcanzará, sin importar la edad que tengamos. Y es una posición un tanto saludable, ¿no? A menos que la contemplemos eventualmente como un recordatorio de que hay que vivir cada día como si fuese el último.

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Pero para los victorianos este tema trascendía hasta la fascinación, les perseguía siempre, pues los preparativos fúnebres se convirtieron en un asunto de moda. Así, los jóvenes redactaban su última voluntad aunque se encontraran en perfecto estado de salud.  Cuidaban detalles estéticos, con minuciosidad, considerando que estas cartas serían conservadas por los familiares.

Solo los victorianos eran capaces de transformar el letargo de una futura no existencia en algo hermoso, como una obra literaria. Para que tengas una idea, una mujer llegó a escribir un testamento de 52 páginas, ¿qué te parece?

  1. Encargaban anillos de luto

Redactar un testamento anticipado no era suficiente para que los victorianos se sintieran en paz con lo que vendría. Algunas mujeres encargaban anillos especiales para que, al momento de su fallecimiento, estos fueran entregados a sus familiares para ser recordadas por siempre. Las joyas llevaban grabados mensajes personalizados. En la época por ejemplo se encargaban anillos de luto, como el que se sabe que pidió una noble para su marido con la nota: “nuestras almas estarán eternamente atadas.”

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  1. Confeccionaban accesorios para el cabello con partes de fallecidos

La reina Victoria instauró entre sus contemporáneos la costumbre de conservar un pedazo de un ser querido muerto, como el mechón de cabello del príncipe Alberto que guardaba dentro de un relicario. Los mechones de cabello se volvieron especialmente populares por ser resistentes a la descomposición.

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Lo curioso es que muchas mujeres copiaron la tendencia, con la variación de transformar estas hebras en joyas para el cabello. ¿A quién se le ocurriría? Convertían los mechones en trenzas para usarlas como cintas y en broches para adornar sus peinados, a veces confeccionados con mechones de cabello de distintos amores que pasaron a mejor vida. Muchos de estos accesorios todavía se encuentran exhibidos en museos dedicados a la época.

  1. Usaban muñecos funerarios

La tasa de mortalidad infantil durante la época victoriana era dramática, por lo que los funerales de niños se celebraban con más frecuencia de la que nos gustaría suponer. Pese a todo lo dicho sobre la extraña fascinación de los victorianos hacia la muerte, ver a un niño en un féretro era desgarrador, insoportable. Fue entonces que los victorianos fabricaron muñecos de cera con apariencia similar a los niños muertos, hechos con su cabello real para ser exhibidos en el ataúd en su lugar.

5 preparativos fúnebres victorianos que hacen ver a la muerte como un espectáculo

En situaciones donde los niños morían perdidos, lejos de sus hogares, o en casos de abortos, los familiares ordenaban una efigie de cera para celebrar el funeral aunque no contaran con el cuerpo real de quien partió demasiado pronto.

  1. Vestían ropa interior fúnebre

Como te contamos en un artículo anterior sobre cómo vivían la muerte los victorianos, las mujeres estaban obligadas a guardar luto por dos años y medio portando vestidos negros si sus maridos fallecían. Pero el luto iba más allá, que hasta la ropa íntima debía ser oscura.

5 preparativos fúnebres victorianos que hacen ver a la muerte como un espectáculo

Lo que ocurrió más adelante con todo esto es que algunas féminas encontraron  tan atractivo este color de ropa íntima, que copiaron el aspecto fúnebre debajo de sus trajes. Además, con la ayuda del opio y el arsénico, volvieron sus pieles más pálidas para volverse irresistibles para el sexo opuesto. Pues la lencería blanca era asociada con la pureza, así que una lencería oscura sugería además de luto, un toque de atrevimiento.

¿Qué te han parecido estos preparativos fúnebres de la época victoriana? ¡Cuéntanos!

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