En Supercurioso te hablamos una vez de las extrañas reacciones de nuestro cuerpo al frío, en esta ocasión, continuando con tanta frescura, queremos presentarte una curiosidad acerca de la nieve, en concreto, de los copos de nieve.
Vistos bajo el microscopio, los copos de nieve nos traen un fascinante carrusel de formas increíbles, caprichosas y maravillosas; son como un juego arquitectónico donde el más ingenioso cerebro hubiera tejido en ellas las más divertidas posibilidades, los más increíbles juegos y alternativas estructurales que conforman cada uno de sus cristales de hielo.
¿Te gustaría saber a qué se debe? ¿Quieres saber algo más de este elemento que cubre nuestras montañas y los techos de las casas en esta época del año? Vamos allá, te aseguramos que es uno de los espectáculos más mágicos de la naturaleza…
1. ¿Copos o cristales?
Efectivamente, cuando hablamos de copos de nieve nos referimos concretamente a esos pequeños elementos que los conforman: los cristales. Cuando la temperatura atmosférica baja mucho, las moléculas de agua se congelan formando un pequeñísimo bloque de hielo, un cristal central tan pequeño que solo es visible bajo la afinada lupa de un microscopio electrónico. Cuando se forma el cristal debido al frío, las moléculas de agua se van uniendo poco a poco formando un hexágono, un precioso hexágono donde a su vez, se ensamblan otras moléculas de agua en cada uno de sus seis lados simétricos.
Este fascinante fenómeno empieza a surgir justo a los -15 grados, instante en que la naturaleza y la química despliegan su más increíble imaginación.
2. ¿Por qué esa variedad infinita de formas?
He aquí el misterio: la forma del cristal varía dependiendo de la temperatura y de la humedad que rodea a ese cristal básico, es decir, esa base originaria sobre las que se ensamblan las otras moléculas de agua será diferente según las condiciones atmosféricas que la influyan en cada segundo.
Y el juego es bastante sencillo: si se unen pocas moléculas el dibujo final será más sencillo, si se añaden muchas, se crean esas formas asombrosas que todos hemos visto alguna vez. Además de ello, si, en la atmósfera se aprecia algo de viento, también determinará la originalidad de la estructura final, puesto que cada uno de los seis brazos del hexágono tiende a deformarse un poquito con el viento, consiguiendo que el resto de moléculas se ensamblen de forma diferente creando resultados aún más espectaculares. De ahí que nunca existan dos copos iguales, dos cristales de forma semejante: la temperatura, el viento, el número de moléculas que se “añadan” a sus lados, todo ello crea unas condiciones únicas y exclusivas, tan exclusivas que es de las pocas cosas que solo ocurren una vez en la vida en la historia de todo el universo… ¿Espectacular, verdad? Lástima que sean tan volátiles y frágiles…
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