La histeria colectiva es un fenómeno sociopsicológico que tiene las mismas características y síntomas que la histeria pero lo sufren un grupo de personas. Se le llama también psicosis colectiva, histeria de masas o incluso comportamiento obsesivo colectivo. El desencadenante de esta conducta patológica suele ser una sola persona que es seguida por todo un grupo que manifiesta los mismos síntomas. Te presentamos 2 casos de histeria colectiva que tienen la peculiaridad de haber ocurrido en conventos de monjas.
2 casos de histeria colectiva en conventos de monjas
Especialmente en la Edad Media, muchas mujeres fueron recluidas por sus padres en los conventos para que tomaran los hábitos. Muchas de ellas no tenían ninguna vocación y fueron obligadas a llevar una vida de enclaustramiento y represión. Las familias gustaban de tener a algunos de sus miembros dentro de las instituciones eclesiásticas para que intercedieran por ellos ante Dios. Viéndolo desde la actualidad no es de extrañar que estos grupos de mujeres fueran caldo de cultivo para casos de histeria colectiva. Lo terrible de estas situaciones es que en muchos casos se tomaron esas manifestaciones por posesiones demoníacas.
Estos casos de histeria colectiva fueron recogidos en una publicación por los sociólogos Robert Bartholomew y Erich Goode para ejemplificar este fenómeno.
1. Las monjas mordedoras
Los hechos se sitúan durante el siglo XV en un convento en la zona de Baviera. Una de las hermanas perdió el «oremus» y empezó a morder a todas las monjas que se le acercaban. Si el hecho hubiera quedado ahí no tendría más importancia, pero sucedió que todas las religiosas mordidas enloquecieron y empezaron a su vez a morder a las demás.
Como la noticia corrió de un lugar a otro, al poco tiempo había monjas mordedoras en Sajonia y Brandeburgo; más tarde en Holanda y hasta en Roma. Parece que el tema se resolvió realizando varios ritos de exorcismo.
2. Las monjas maulladoras
En este segundo caso, ocurrido en Francia, una religiosa de un convento empezó a maullar como un gato cada día a la misma hora. A los pocos días eran varias las religiosas que maullaban a la vez durante varias horas. El maullido se fue contagiando y al final era tan insoportable que los vecinos dieron aviso a las autoridades.
Las monjas fueron repartidas por otros conventos y al parecer dejaron de maullar.
Estas historias, que quizá tengan más de leyenda que de realidad, nos llevan a reflexionar sobre la dureza de la vida en épocas pretéritas. Si te interesan estos temas, quizá quieras leer el caso de la epidemia de baile de 1518.