La salud y la curación de nuestros males es y ha sido una de las principales preocupaciones de los humanos a lo largo de la historia. La medicina ha ido avanzando a pasos agigantados y actualmente cualquier remedio o tratamiento tiene que estar probado y admitido por las administraciones sanitarias de cada país. Aún así, todavía hay muchos charlatanes que se aprovechan de la angustia de otros para venderles remedios totalmente ineficaces. Antiguamente esto ocurría con mucha frecuencia, conoce estas 3 estafas médicas que se pagaron muy bien.
3 estafas médicas que se pagaron muy bien
1. Johanna Stevens
Durante siglos, ante la carencia de médicos y la ineptitud de la mayoría de ellos, las madres y en general las mujeres atesoraron un buen número de remedios para curar las enfermedades más habituales de su familia. Este parece ser el caso de Johanna Stevens. La mujer, en el año 1739, afirmó haber elaborado un compuesto totalmente eficaz para resolver los problemas de cálculos en la vejiga.
El parlamento inglés le pagó la astronómica cifra de 5.000 libras por la fórmula. Ésta consistía en una mezcla de caracoles, jabón, cáscara de huevo, miel, hierbas y plantas variadas sin ningún tipo de eficacia real.
2. John M. Crous
La rabia, trasmitida por los perros, fue durante siglos una enfermedad mortal que preocupaba sobremanera a los ciudadanos y gobernantes. En 1806 otro avispado «científico», John M. Crous, dijo haber encontrado el remedio para la infección. El ayuntamiento de Nueva York se interesó por la fórmula y pagó 2.000 dólares por ella. La fraudulenta fórmula al parecer consistía en polvo de mandíbula de perro y de la lengua de un potrillo recién nacido desecada mezclado, entre otras cosas, con limaduras de cobre procedente de monedas. Evidentemente, el ayuntamiento pagó por nada.
3. John Romulus (Richard) Brinkley
Este «médico» estadounidense amasó una gran fortuna entre otras cosas por un tratamiento ideado para combatir la disfunción eréctil. Su «científico» tratamiento consistía en realizar un xenotrasplante (trasplante entre miembros de distintas especies) en el que implantaba un testículo de chivo al desdichado que se sometía a su tratamiento. Abrió varias clínicas e ideó otros tratamientos igualmente fraudulentos. Se le prohibió ejercer en varios estados ya que se descubrió que no era doctor en medicina y que había comprado su título en una fábrica de diplomas.
Aún así ganó millones y se presentó dos veces al puesto de gobernador del estado de Kansas, aunque no fue escogido. Poco a poco la gente fue dándose cuenta de que era un estafador y dejaron de visitarse con él. Murió en 1942 arruinado por la gran cantidad de demandas que le interpusieron por fraude y negligencia médica, en muchos casos con resultado de muerte.
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