La historia de Juana de Arco, la heroína francesa más famosa, presenta aristas y arroja sombras y dudas sobre esta campesina ignorante que salvó a Francia y expulsó a los ingleses del territorio francés. Por todo esto le dedicamos un artículo aquí, en Supercurioso.
Al principio fueron las voces
A comienzos del siglo XV, en 1412, Juana nace en Domrémy. Su infancia se enmarcó en la terrible Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia.
Desde pequeña admiró a dos vírgenes mártires, santa Catalina y santa Margarita, y años después, bajo exigencias inquisitoriales, confesó haber visto a San Miguel Arcángel y a estas dos mujeres desde los trece años.
Casualmente, San Miguel era en ese momento el patrono de Francia. Juana aseguraba que San Miguel le decía que tenía una gran misión: dirigir el ejército francés para lograr la coronación de Carlos VII como rey de Francia y expulsar a los ingleses.
Ella escuchaba las voces y éstas le decían lo que tenía que hacer. Luego comenzó a verlos y los “encuentros” ocurrían hasta tres veces por semana.
“¡Hemos dicho!”
Una vez que la Doncella de Orléans cumplió su misión, las voces le dijeron que debía retirarse y luego callaron. Pero continuó luchando porque quienes la acompañaron en las batallas insistieron de muchas maneras en que se quedara.
Desafortunadamente para ella, fue capturada por los borgoñones, quienes la entregaron a los ingleses. Fue trasladada a Ruán y juzgada por el tribunal inquisitorial acusada de brujería, pues las voces que escuchaba sólo podían provenir, por supuesto, del demonio.
El juicio duró tres meses, tras los cuales fue declarada culpable de hechicería y herejía. Aunque siempre dijo que era inocente, se declaró culpable y le conmutaron la pena de muerte por cadena perpetua.
Sin embargo, días después se retractó y confirmó que las voces le venían de Dios, que eran mensajes divinos, por lo que fue condenada a la hoguera sin más contemplaciones.
Divinidad vs. esquizofrenia
Curiosamente, la propia iglesia católica, quien condenara a Juana de Arco a la hoguera, la “rehabilitó” 26 años después de su muerte, en 1456, por insistencia del rey Carlos VII (el mismo rey que llegó al poder gracias a Juana), quien abogó por la revisión del proceso. Sin embargo, no fue hasta el siglo XX, en 1909, cuando la beatificaron y, seguidamente, canonizaron en 1920, justo el año en que Francia la nombró como su patrona.
Lo cierto es que Juana de Arco, más allá de lo acertadas que estuvieran sus estrategias militares o de la devoción católica, presentaba un cuadro completamente esquizofrénico: a la luz de la ciencia actual, las alucinaciones auditivas y visuales que sufría eran un síntoma de esta enfermedad, que se caracteriza por alteraciones de la percepción. Ella “veía” y “escuchaba” realmente a San Miguel, a Santa Catalina y a Santa Margarita, tres personajes que le resultaban totalmente familiares.
Lo notable de toda su historia, inclusive hasta hoy en día, es que, acusada de brujería en el siglo XV, o elevada a santa en el XX, las voces que oía una esquizofrénica, una bruja o una Santa cambiaron la historia de un país.
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