Actualmente, ni siquiera podemos imaginar la dificultad que suponía, hasta hace poco más de un siglo, obtener luz en situaciones en las que hoy gozamos de visibilidad. En las calles, en los hogares, en las empresas o en las tiendas, cuando no había luz natural se recurría a las velas, los candiles, el gas y otros artilugios semejantes. Si en circunstancias normales ya era difícil, ¿qué es lo que ocurría bajo tierra? Acompáñanos a descubrir 2 ingeniosos inventos de los antiguos mineros para iluminarse.
2 ingeniosos inventos de los antiguos mineros
El fuego de una llama era la manera más fácil de iluminarse, pero eso era caro si se utilizaban velas de cera y además conllevaba múltiples peligros. El más común eran los incendios y, en el caso de las minas, existían otros riesgos derivados de la existencia de gases inflamables bajo tierra.
El problema de la iluminación era una constante en las minas. En el siglo XVIII en Newcastle, en el Reino Unido, se desarrolló la minería como en todo el país. Las minas eran oscuras, estrechas, húmedas y muy peligrosas. Para solventar el riesgo que suponían las llamas de las velas debido al gas inflamable, los mineros de esa zona idearon un sistema para iluminarse. Consistió en recoger pescado podrido y utilizar un tipo de bacterias bioluminiscentes que se desarrollan y se alimentan de la piel del pescado en descomposición. En la naturaleza y especialmente en el medio marino, como resultado de una reacción bioquímica, podemos encontrar muchos organismos que producen luz.
En EE.UU. los mineros también se enfrentaron a ese problema, pero su solución fue diferente. Recogieron en recipientes de cristal el mayor número posible de luciérnagas. Aunque la luz era tenue, les permitía seguir trabajando sin los riesgos que suponían las llamas de las velas o farolillos.
Los mineros tuvieron esas dos brillantes ideas para conjurar el peligro del gas inflamable de las minas, pero no fueron los únicos que utilizaron curiosos sistemas naturales de iluminación para cubrir sus necesidades. En el siglo XVII, en Indonesia, para atravesar los bosques los nativos usaban hongos bioluminiscentes que les ayudaban, como si fueran antorchas, a iluminar el camino.
Los hongos bioluminiscentes crecen en la madera en descomposición y se han registrado más de 40 especies. Como curiosidad apuntaremos que en uno de los primeros submarinos, el «Tortuga«, fueron utilizados como fuente de iluminación para las agujas del barómetro y la brújula, al parecer a instancias de Benjamin Franklin. Los hongos bioluminiscentes son mencionados por Mark Twain en la novela «Las aventuras de Huckleberry Finn», como fuente de iluminación, para que los protagonistas pudieran excavar un túnel.
En una época más reciente, la bioluminiscencia fue utilizada durante la Segunda Guerra Mundial. Los soldados japoneses recogían grandes cantidades de crustáceos bioluminiscentes para utilizarlos como lámparas y poder ver los mapas durante la noche sin revelar su posición.
¿Habías pensado que la bioluminiscencia podía ser una fuente de luz para los antiguos mineros y en tantas otras actividades actividades?
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