En la historia de la filosofía encontramos, desde sus inicios, un concepto fascinante: la existencia del Anima Mundi, el alma del mundo. Se trataría de un espíritu puro y etéreo que subyace a toda la naturaleza y representa una conexión intrínseca entre todos los seres que habitan en nuestro planeta. Acompáñanos a descubrir cómo imaginaron los filósofos que era el Anima Mundi o Espíritu de la Tierra y si la creencia en este concepto aún persiste en nuestros días.
El Anima Mundi o Espíritu de la Tierra
La idea del ánima mundi se inicia realmente con Platón. El filósofo dijo:
«…este mundo es de hecho un ser viviente dotado de alma e inteligencia … una sola entidad viviente visible que contiene todas las demás entidades vivientes, que por su naturaleza están todas relacionadas.»
Los estoicos destronaron a dios y le dieron su lugar al Ánima Mundi ya que la consideraron el principio fundamental de la vida y la única fuerza que la impulsaba. Giordano Bruno vio en el Anima Mundi la forma real de todas las cosas del universo, le otorgó la capacidad de proporcionar vida vegetativa y por tanto si la vida está en todas las cosas el alma del mundo formaba parte de todo. Hegel habló de un alma universal que se dividía en las almas individuales de los seres vivos y a la Tierra la consideraba un organismo vivo.
El Anima Mundi fue considerado un principio femenino, la esencia y el espíritu de la vida en la Tierra, ya fuera humana, animal o vegetal. Los alquimistas, al igual que los filósofos, entendieron que el alma del mundo era la esencia divina o espíritu etéreo que daba vida a todo el universo. Desde el Renacimiento, en que los artistas basaban su arte en la reproducción de las proporciones sagradas que veían en la naturaleza, los alquimistas buscaron la «chispa divina en la materia». También la magia se hizo eco de esta creencia como podemos ver en la última carta del Arcano Mayor, la XXI, que representa al mundo como una mujer: el «Anima Mundi».
La creencia sobre esta unión entre alma humana y mundo dio lugar a la idea de que se debe trabajar por la salud del planeta ya que debido a esta conexión profunda, la salud de la Tierra es también la de los que lo habitan. En los años sesenta la idea del Anima Mundi fue de alguna manera recuperada por los defensores de la «Hipótesis de Gaia». Según esta hipótesis formulada por el físico Jemes Lovelock «la atmósfera y la parte superficial del planeta Tierra se comportan como un todo coherente donde la vida, su componente característico, se encarga de autorregular sus condiciones esenciales tales como la temperatura, composición química y salinidad en el caso de los océanos.» Gaia tendría un comportamiento similar al de un sistema que se autorregula y que tiende al equilibrio. De alguna manera podría decirse que la Tierra tiene espíritu o alma.
¿Qué te han parecido estas teorías? ¿Crees en la existencia de algún tipo de Anima Mundi»? ¿Piensas que la salud de nuestro planeta es también la nuestra? Si te ha interesado este artículo, quizá quieras leer:
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