El adulterio, en la actualidad, ya no es un delito en ningún país europeo, ni en la mayoría de países occidentales. Sin embargo, durante siglos fue un crimen que en muchos casos comportaba terribles penas. Acompáñanos a conocer las terroríficas pruebas y castigos de la antigüedad relacionadas con el adulterio.

Adulterio y las pruebas y castigos de la antigüedad

Adulterio viene de la palabra latina «adulterium» y según el diccionario «se refiere a la unión sexual de dos personas cuando uno o ambos están casados con otras personas». Durante siglos, en la mayoría de culturas, ha estado penado y ha sido considerado un delito. Es necesario mencionar además, que debido al machismo generalizado en las sociedades, el adulterio por parte de la mujer ha sido juzgado y castigado más duramente que el del varón, que ha sido muy tolerado socialmente. Veamos que ocurría en las diferentes culturas en la antigüedad:

Adulterio: las terroríficas pruebas y castigos de la antigüedad

Antigua Grecia

La antigua Grecia tenía sus propias leyes y costumbres sobre el adulterio. Éste sólo era considerado así si la mujer estaba casada. El varón podía tener relaciones con otras mujeres siempre que fueran solteras. Si una esposa era considerada adúltera, se la expulsaba de la familia y se la excluía de las ceremonias religiosas. Aquellos que tuvieran conocimiento del adulterio y no hubieran dicho nada, eran considerados cómplices y podían ser también castigados.

Los castigos más graves afectaban a los esclavos. Cuando un propietario encontraba a uno de sus siervos con una mujer de la familia tenía derecho a matarlo de inmediato. Otro castigo mencionado por algunos autores atenienses es el llamado «castigo del rábano». Éste nunca se aplicaba a un noble y consistía en la introducción de un rábano de gran tamaño por el ano del «culpable».

Antigua Roma

A lo largo del Imperio Romano las leyes sobre el adulterio sufrieron variaciones. En la ley romana conocida como «Lex Iulia de Adulteriis Coercendis», del 17 a.C., el destierro y la confiscación de parte de sus bienes era el castigo para el adulterio. Cada uno de los «culpables» era desterrado a una isla diferente. También reconocía el derecho del padre a matar a sus hijas y sus parejas si las pillaban infraganti y al marido, en determinadas circunstancias, a acabar con la vida del amante. El esposo tenía la obligación de divorciarse de su mujer si la denunciaba como adúltera.

Judaísmo

En el judaísmo, el séptimo mandamiento prohíbe el adulterio y por tanto, en principio, el castigo se aplicaba igual a ambos sexos, aunque el que existiera adulterio dependía exclusivamente del estado civil de la mujer implicada. Si era soltera no había adulterio. La Torá prescribía la pena de muerte por estrangulación en la mayoría de los casos, pero exigía dos testigos de probada reputación y otros requisitos, por lo que rara vez se aplicaba la pena máxima. La lapidación que se menciona en el Nuevo Testamento, al parecer no era costumbre en el judaísmo más tradicional y antiguo.

Islam

Para el Islam el adulterio era el acto sexual con una persona con la que no se había contraído matrimonio y era uno de los pecados principales ya que violaba el contrato matrimonial. Teóricamente solo las autoridades podían aplicar castigos a los adúlteros y necesitaban el testimonio de cuatro testigos fiables y de buena reputación. Este requisito era para proteger a las mujeres de difamación y falsas acusaciones. Cómo los testigos tenían que haber estado presentes y viendo a dos adultos desnudos, se consideraba que solo por este hecho ya no eran personas respetables y por tanto su testimonio no valía. La única opción era que los acusados confesasen cuatro veces su falta. Por este motivo, los casos de adulterio juzgados legalmente eran muy raros.

La pena a aplicar era de 100 azotes para la persona soltera que cometiera fornicación o adulterio y la muerte por lapidación para la casada.

Teutones (tribu que habitó en una zona de la actual Alemania)

Los teutones castigaban a las mujeres adúlteras con la muerte. Les cortaban el cabello y las desvestían para luego ser golpeadas por el pueblo hasta la muerte o ahogadas en las marismas.

Aztecas

Los aztecas castigaban también el adulterio. En ocasiones las esposas que se consideraban culpables de adulterio podían se empaladas, aunque lo normal es que ambos adúlteros fueran apedreados hasta morir

Adulterio: las terroríficas pruebas y castigos de la antigüedad
Un adúltero azteca siendo apedreado hasta la muerte; Códice florentino

Mesopotamia

El Código de Hammurabi , que reunía la ley Babilónica y datado sobre el 1772 a.C., especificaba como castigo al adulterio el ahogamiento.

Ogûz de Turquía

El viajero y escritor árabe Ibn Fadlan, del que ya os hablamos en Supercurioso como el personaje que inspiró al Guerrero nº 13, describió en sus escritos lo que vió entre los pueblos Ogûz de la actual Turquía. Aunque no tenían el concepto de adulterio como tal, cuando alguien era considerado adúltero era condenado a la pena de muerte de una manera horrorosa. Se unían las ramas de dos árboles diferentes y se ataba a la persona a las dos ramas, cuando volvían a su lugar, el individuo quedaba partido en dos.

Europa Medieval

En muchos lugares de Europa, durante el medievo, a pesar de tratarse de pueblos cristianos y que Jesús dijo que «El que de vosotros esté libre de pecado, que arroje sobre ellos la primera piedra». Era costumbre lapidar a los adúlteros, especialmente a las mujeres.

Adulterio: las terroríficas pruebas y castigos de la antigüedad
«El suplicio de los adúlteros» de Jules Arsene Garnier (1876)

En Francia, como en muchos países europeos, la legislación era desigual para hombres y mujeres adúlteros. Las féminas eran encerradas en conventos tras haber sido castigadas afeitándoles la cabeza y azotadas con látigos. La Revolución Francesa cambió esta situación e inició la despenalización del adulterio.

Nativos americanos de Illinois

Por último, el caso de los nativos americanos que habitaban en la zona que hoy ocupa el estado de Illinois y su cómo castigaban el adulterio femenino. Además de cortarles el cabello a las mujeres consideradas adúlteras, se les cortaba la nariz y en algunos casos podían sufrir una violación colectiva.

La desfiguración como castigo para que la mujer considerada adúltera dejara de ser deseable era una práctica que se siguió a lo largo de la historia en lugares tan dispares como Egipto, la India, Bizancio o los países árabes.

Afortunadamente, en occidente todas estas execrables prácticas, muchas de ellas con un claro trasfondo machista, han quedado atrás, pero aún existen muchos lugares en el mundo anclados en el pasado y cuyas bárbaras costumbres es necesario denunciar y cambiar. ¿Qué te han parecido estas antiguas prácticas? ¡Comparte tu opinión con nosotros!