Abraham Lincoln. Pocos personajes históricos generan tanto interés por una u otras razones. Su figura está ligada a un país de historia convulsa y diversa que ha generado cientos de libros, estudios e incluso producciones cinematográficas de varios géneros. Nosotros, en Supercurioso, ya le hemos dedicado algunos artículos como «El fantasma de Abraham Lincoln en la Casablanca», pero hoy queremos hablarte de una curiosa anécdota ocurrida en su vida, ¿sabías que en una ocasión Lincoln llegó a vestirse de mujer?
Así es, y la verdad es que a pesar de ser un hecho no muy conocido está bien documentado como puedes comprobar tú mismo en la revista «Historybuff», o en el blog de «Abraham Lincoln», donde nos cuentan varios hechos interesantes sobre su vida y carismática personalidad.
Seguro que te arranca una sonrisa…
La accidentada gira de Abraham Lincoln en 1861
Fue en las elecciones del 6 de noviembre de 1860, cuando Abraham Lincoln se proclamó como el 16º presidente de los Estados Unidos. Pero hay que señalar un importante detalle, su triunfo se basó en una cifra del 39, 82% es decir, no todo el país lo quería a él como líder ni aceptaba su discurso electoral que enfatizaba por encima de todo, la abolición de la esclavitud. Y como puedes imaginar, esa población que renegaba del presidente Lincoln estaba mayoritariamente en la zona del Sur. Un rechazo que el propio Lincoln pudo experimentar en persona.
Unos meses después de haber obtenido el triunfo en las urnas, el presidente y su séquito inició una gira por varios estados a lo largo del país, de modo, que llegado el mes de febrero de 1861, tocaba pasar unos días en Illinois, para unas semanas después, tomar posesión de su cargo al llegar ya a Washington DC. Así que, por así decirlo, el objetivo básico era «salir vivo» de esa gira tras haber ganado las elecciones.
Los rumores de un posible atentado no tardaron en llegar. El primero en recibir la amenaza fue el señor M. Felton, presidente de la compañía de Ferrocarril de la línea de Filadelfia. Asustado por la idea de que fueran a poner una bomba en uno de sus trenes, y más aún, que el presidente saliese herido, no dudó un momento en contratar los servicios del mítico detective Allan Pinkerton, quien más tarde se alzaría con la primera e histórica agencia de detectives. ¿Y eran fundadas dichas sospechas? ¿Iba a sufrir un atentado Abraham Lincoln en ese tren que lo iba a llevar a Illinois? Desde luego.
Allan Pinkerton empezó pues a colaborar con Lincoln y su séquito para garantizar la seguridad en aquel viaje. Una unión que, según nos dejan los documentos históricos, generó una buena amistad entre estos dos míticos personajes. La agencia de detectives obtuvo información fiable de que el atentado iba a producirse el 23 de febrero, y que sería en un lugar muy diferente al que creían en un principio: en Baltimore. ¿Qué podían hacer? ¿Debían darle pistolas y cuchillos a Lincoln para que pudiera defenderse en caso de que alguien se abalanzara sobre él, en el momento más inesperado? En los trenes y en las estaciones había demasiada gente como para poder controlar a todo el mundo, o poder vigilar cualquier movimiento extraño.
Lo primero que hizo la Pinkerton fue cortar las comunicaciones telegráficas de Baltimore, evitando así que quienes planeaban ese ataque, pudieran hablar entre ellos. El segundo paso también fue ingenioso: parar el tren presidencial en la estación anterior a Baltimore, diciendo que el presidente debía enviar algo muy urgente a Washington (algo que no era más que un puñado de periódicos viejos). ¿Imaginas ahora qué hicieron en verdad durante dicha parada? Exacto, disfrazar a Abraham Lincoln de mujer, para después, subirlo a otro tren con el mismo destino que el anterior.
La verdad es que el propio Lincoln nunca vio ese plan como algo acertado. Sabía que su imagen era muy peculiar, que era demasiado alto y que llamaría escandalosamente la atención. ¿Solución? Sentarlo en una silla de ruedas, ponerle un chal encima como si fuera una anciana enferma y convencerlo de que efectivamente, durante unas horas iba a ser una amable mujer de espalda encorvada que no iba a levantar el rostro para mirar a nadie. Y el plan, fue simplemente perfecto. Ni un fallo. Ni una sospecha. Lincoln llegó a su destino sano y salvo. Lo único que lamentamos es no disponer de ninguna imagen de aquel día, porque ver al carismático presidente vestido de mujer, sería algo inolvidable. Mientras tanto, nos quedaremos con una versión «Photoshop» para hacernos una idea del aspecto que pudo tener enfundado en un glorioso vestido.