Nacido en 1936, Man de Camelle, como sería conocido luego, fue un artista alemán que fue transformando poco a poco el paisaje gallego. Manfred Gnädinger era su verdadero nombre, aunque también fue conocido como Man, el alemán de Camelle o simplemente como Man de Camelle, sobre todo por la vida y obra que desarrollo dentro de la parroquia Camelle, en Galicia, en donde pasó la mayor parte de su vida, ya fuera pintando, filosofando, trabajando en sus esculturas o convirtiéndose a sí mismo en parte de ese paisaje hermoso que nos dan las playas gallegas.
Man de Camelle faclleció en el año 2002, a sus 76 años de edad, dejando tras de sí una ausencia grande. Hombres como él pocos habrá en el mundo, y en Camelle era, sin duda, único: como un gran perro viejo y sabio, como un Diógenes el Cínico pero con la belleza intelectual de Sócrates, o al menos esa tranquilidad de vida que lo hubiese hecho beber la cicuta si a tal cosa lo hubiesen condenado. El Man de Camelle, un hombre que fue un patrimonio cultural viviente, a él le dedicamos este artículo, para que no te quedes sin saber quién fue y para que, si algún día visitas Camelle, sepas a quién le debemos aquellos montones de rocas que se apiñan en el paisaje. hoy, en Supercurioso, te contamos su historia.
Man de Camelle, el artista alemán que transformó el paisaje gallego
Se le consideró pintor y escultor, sobre todo, pero también un filósofo, dedicado a la vida contemplativa, a la calma de las costas, donde las olas se ven ir y venir y la vida es eternamente plácida. O al menos eso intentó que fuera Man de Camelle, una tranquilidad desapegada de las cosas, alejada de las tribulaciones de las grandes ciudades y sumido en la calma, en la roca que se posa sobre la otra y forma una imagen, desentendido de la estética de lo humano, o abierto a su propia estética: ahí lo vemos, en la foto, cabello largo, barba prominente, un taparrabo como única vestimenta y el cuerpo derruido de un anciano, sin embargo en esa carne se escondía una historia grande, de hombre que vino a cambiar el mundo y cambió, cuando menos, el paisaje de Camelle, dejando tras de sí una historia y un pueblo que lo recuerda, un nombre y muchos que lo mencionan. Man de Camelle, el artista solitario, el alemán, el joven que llegó a principio de los sesenta y allí se dijo: «De aquí no me muevo más», y entonces de ahí no se volvió a mover. Prefirió cambiar el horizonte que cambiarse de horizonte, y por eso hoy recordamos a Man de Camelle.
Breve biografía de Man de Camelle
Nacio en Alemania, y fue en su país natal en donde vivió la mayoría de su infancia. Su familia era numerosa, 7 hermanos jugaban todo el tiempo en la casa que abandonó en su juventud para ir a estudiar arte en Italia. Ya para entonces se consideraba un solitario, y lo mismo fue cuando empezó a dar clases en Suiza, años después, a personas con problemas de integración social, con quienes se sentía bastante cómodo. Sin embargo, años después inició su propia aventura, buscaba las costas, o más bien las costas lo buscaban a él, y vagó de playa en playa, hasta que un día, una mañana de 1962, se dio de bruces con Camelle, en plenas fiestas patronales del Espíritu Santo, y, en medio de aquellas fiestas, Man de Camelle decidió quedarse allí, mantenerse en esas tierras hasta hacerse paisaje él mismo.
Tal fue su determinación que allí se quedó durante 40 años más, en plácida y tranquila vida, él con sus obras, su pinturas, sus esculturas, que hacía en la playa, al aire libre, para que todo el mundo pudiera apreciarlas. Y, además, su jardín, el cual cuidaba con orgullo. Sin embargo, en 2002 le acaeció la desgracia: su vida se vino abajo cuando el buque petrolero Prestige se hundió en las costas de Galicia, durante el mes de noviembre, y el agua, en su eterno vaivén, arrastró el petróleo hasta la orilla, royendo la mayoría de sus esculturas que se dañaron. Dicen que aquello lo mató de tristeza, pues después de aquel episodio Man de Camelle no volvió a ser el mismo. Falleció en diciembre de ese mismo año.
Obra de Man de Camelle
En 2010 ocurrió otra desgracia, aunque Man de Camelle no estaba ahí para verla: un temporal destruyó lo que quedaba de su obra. Hoy en día, lo que queda de aquellas esculturas maravillosas que habían modificado el paisaje de las costas de Camelle son los recuerdos, además de una serie de fotografías que las hijas de Manfred Gnädinger, el Man de Camelle, donaron al Museo Man de Camelle, erigido en su honor, donde se guarda su memoria, algunas de sus obras y, sobre todo, sus investigaciones medioambientales, uno de los temas más estudiados por Man de Camelle. Sin embargo, este lugar se ha convertido en un indispensable en cualquier curioso itinerario sobre Qué ver en Galicia. ¿Te lo vas a perder?