En Supercurioso nos interesamos por indagar en las cosas aparentemente más sencillas y cotidianas, porque al escudriñarlas un poco podemos encontrar historias fascinantes, que en parte pueden explicar la magia y el misterio que parecen rodear algunas palabras o números, como el tres.
Trilogías sagradas
Todos los que crecimos en el ámbito del cristianismo sabemos del misterio y el desconcierto infantil ante las tres divinas personas: el padre, el hijo y el espíritu santo; crecimos escuchando que tres son las partes del cuerpo –cabeza, tronco y extremidades-, que tres son los estados de la materia (sólido, líquido y gaseoso), que hay que estornudar tres veces para tener salud, dinero y amor; que los colores primarios son tres y que si compites después del tercer lugar no vale la pena contar, o al menos no recibes medalla.
Tres son multitud
Esta constante no es casual y en parte tiene una explicación histórica y hasta lingüística. Hace miles de años los humanos no dominaban la habilidad de contar sino hasta una pequeña cantidad y no se habían desarrollado sistemas numéricos, así como tampoco se había inventado la escritura. Aparentemente la forma más sencilla de contar era llegar hasta tres, es decir, existían la unidad, el par y la pluralidad o el indefinido número de seres y cosas que ocupan el universo. Es decir, que el tres equivalía a muchos.
Algo de esto puede colegirse si le seguimos el rastro a la palabra tres, proveniente del indoeuropeo (la lengua madre de la mayor parte de los idiomas occidentales) treyes y que evolucionó en los idiomas modernos manteniendo parte del significado original. Veamos algunos ejemplos:
En español e italiano se dice tropa y truppa para señalar un número indefinido de soldados. En francés rebaño se dice troupeau.
También en francés e italiano existen los adverbios troppo y trop, ambos para referirse a “demasiado” o a cantidades incontables. Y en francés también está trés: demasiado, mucho, muy.
De treyes deriva el inglés three (tres) y throng (multitud).
Además, esta palabra está detrás de la raíz latina tras o trans, como en traspasar o transformar.
Cuando contar con los dedos no era mal visto
Para que hayan permanecido estos rastros culturales, religiosos y etimológicos, el tres debió ser un límite mental por mucho tiempo.
Quizás estemos hablando de miles de años, antes de que comenzásemos a desarrollar modelos numéricos basados en cinco, diez y veinte, naturalmente inspirados en los dedos de las manos y los pies, o antes de descubrir esa abstracción fundamental que es el cero. Pero ésa es otra historia, que Supercurioso ya ha tocado en el artículo “El verdadero origen del número cero”.