Posiblemente, Thomas Edward Lawrence sea uno más de esos héroes olvidados por los libros de historia, pero a su vez un personaje con luz propia y carácter singular que fue capaz de liderar a un pueblo entero. Con 29 años, fue testigo y clave de un momento culminante durante la I Guerra Mundial en aquellas batallas libradas en Oriente Medio donde los aliados tenían intereses esenciales. Hoy en Supercurioso escudriñaremos la historia de Lawrence de Arabia, apostamos que te apasionará.
Lawrence de Arabia: La verdadera historia
Escritor, arqueólogo, militar, diplomático y soñador, encarnó por sí mismo el ideal de personaje romántico con final desgraciado, alguien con la suficiente fuerza como para que David Lean lo llevara al cine en esa magnífica película protagonizada por Peter O´toole, “Lawrence de Arabia” (1962). Pero alguien también lo bastante peculiar, como para que no encajar demasiado en los libros de historia. Sin lugar a dudas te gustará conocer algo más sobre este personaje.
1. Lawrence de Arabia, un hombre curioso
Hijo ilegítimo de un noble irlandés, Lawrence, se interesó tempranamente por la historia antigua, eso hizo que se graduara en Oxford como historiador y que, gracias a su brillante tesis y su pasión por el trabajo de campo, viajara tempranamente hasta Siria para trabajar como arqueólogo.
Estaba muy cerca de las orillas de río Éufrates, un escenario evocador para una mente hambrienta de historia y aventura como la suya. Se enamoró de inmediato por aquellos escenarios, por su pasado, por sus misterios y por la serenidad del desierto. Lawrence de Arabia recorrió a pie 1400 km durante cuatro años estudiando la cultura de la población, sus costumbres y sus lenguas, perfeccionando también una más de sus pasiones: el dibujo, y en especial la representación de las edificaciones originarias de las Cruzadas.
Lawrence de Arabia era un hombre menudo y frágil, apenas media 1,66 cm y llamaba la atención por sus ojos claros y la palidez de su piel, algo que contrastaba especialmente con las tribus del desierto. Pero casi siempre se sintió integrado y cómodo en aquellos escenarios, aprendía cada día y cultivaba su gran cultura; se dice además que fue en aquella época cuando se enamoró de Dahum, un joven sirio al que le dedicaría su libro Los siete pilares de la sabiduría.
2. El servicio secreto
Cuando estalló la I Guerra Mundial el servicio secreto británico empezó a fijarse en Lawrence de Arabia: conocía todas las tribus del desierto, sus lenguas y su cultura, era sin duda un hombre más que perfecto para investigar y captar información del ejército otomano durante sus expediciones en Egipto. Hizo bien su trabajo y se le destinó definitivamente a la oficina de Inteligencia de El Cairo, primero como civil y luego como teniente. Pero la vida militar nunca le gustó, era terriblemente indisciplinado y añoraba el desierto casi cada día, vuelve a hacerse latente, como en tantos momentos de la historia de la humanidad, la contradicción entre la pasión y el oficio.
3. La revuelta árabe
En 1916 los turcos dominaban la península arábiga, lo cual era un peligro para los aliados. El pueblo árabe inició por su parte una revuelta para derrocarlo, lo cual encajaba perfectamente en los intereses británicos. Y no lo dudaron, enviaron a su mejor hombre, aquel cuya mitad se hendía en las mismas entrañas del desierto y de todas esas tribus que lideraba el príncipe Faysal. La amistad entre Lawrence y Faysal se inició de inmediato, gracias a que el arqueólogo británico desarrolló un sinfín de certeras estrategias para vencer en el campo de batalla a los turcos, lideró la rendición en Aqaba y ofreció la primera gran victoria aplastante para los árabes.
Pero durante una incursión en Deraa, un soldado turco descubrió a Lawrence de Arabia en un momento de descuido, sus rasgos occidentales fueron rápidamente descubiertos y lo apresaron. El resultado de aquel arresto fue terrible para él: lo torturaron y lo violaron. Según cuenta él mismo en sus memorias, aquello marcó su declive y un cambio absoluto en su personalidad. Tras escapar y volver de nuevo junto a Faysal, consigue liberar la península arábiga de la presencia turca y otorgar a los árabes el gobierno de su país (eso fue al menos lo que le prometieron los responsables del gobierno británico). Tras el triunfo, recibe el permiso para volver a Gran Bretaña.
4. La decepción y el final
En 1916 Inglaterra y Francia firmaron el tratado Sykes-Picos, donde se dividía el antiguo territorio otomano en una mitad inglesa y otra francesa. El sueño de Lawrence y Faysal por un estado árabe libre jamás se cumplió. Desencantado, se encerró en Oxford para escribir durante unos años, hasta que Winston Churchill lo llamó para trabajar de nuevo en El Cairo, y, aunque aceptó, volvió a los pocos años lleno de rabia y tristeza por su país, enfocado siempre en sus propios intereses estratégicos antes que en el pueblo árabe.
La prensa lo adoraba, el ejército lo respetaba pero no aceptaba sus ideas ni comportamiento, nunca encajó demasiado en sus esquemas. Lawrence de Arabia murió el 13 de mayo de 1935, cuando volvía de enviar un telegrama montado en su motocicleta Brough, dos niños se le cruzaron en la carretera mientras iban en bici y él salió brutalmente despedido fracturándose las sienes y falleciendo a los seis días. Hoy en día, existe una figura de T.E. Lawrence vestido con ropas árabes en frente de la iglesia de Wareham.
Así finalizamos nuestro artículo sobre Lawrence de Arabia, la pasión y entrega de un hombre por sus ideales. Siempre lucharemos por lo que consideramos justo y ese puede ser el mayor ejemplo que este particular hombre puede darnos al futuro. Ganar la batalla siempre será complejo, pero nadie nos podrá arrebatar nuestra tranquilidad espiritual de saber que luchamos por lo correcto.
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