El Día de todos los Santos es una de esas tradiciones cargadas de simbolismo ancestral, que ha logrado extenderse a diferentes lugares alrededor del mundo, convirtiéndose en una gran fiesta de reconocimiento. Se celebra todos los primero de noviembre, como un honor que se le hace a los difuntos que han superado el purgatorio, se han santificado y han pasado a gozar de la vida eterna en la presencia de Dios. En Portugal, son varias las tradiciones que tienen lugar en esta fecha especial. Desde las flores para el día de todos los Santos, con las que se decoran los cementerios y las tumbas de los familiares, hasta la comida y platos típicos de ese día, los portugueses se destacan al hacer honor a sus ancestros. Acompáñanos a conocer un poco más sobre los rituales y tradiciones que se viven cada primero de noviembre en la tierra portuguesa.
Las más notables tradiciones de Portugal el día de todos los Santos
1. La decoración de las tumbas
Quizás entre las tradiciones más comunes y difundidas en territorio portugués para celebrar este día, se cuenta la visita a los cementerios y la decoración de las tumbas. Las familias acostumbran a llenar los cementerios, limpiar las tumbas y adornarlas con la mayor variedad de flores. Hay algunas en particular que suman mucha popularidad, como la flor de crisantemo, que se ha convertido en la flor más emblemática de este día.
Se le conoce como la «flor dorada», asociada al sol. Para los japoneses, el crisantemo representa la inmortalidad. Sus hojas son perfectas para soportar las bajas temperaturas, por lo que pueden permanecer a la intemperie, acompañando la decoración de las tumbas por mucho tiempo.
Otra de las especies florales más populares que se usa en la decoración de las tumbas para el día de todos los santos es el ciclamen. Se trata de una planta también perfecta para interiores, que resiste el viento y las bajas temperaturas.
Es lo relativo al significado de la flor, esta especie es la perfecta para simbolizar los sentimientos de amor y de pureza. En definitiva, esta es quizás la tradición más marcada del día de todos los santos en Portugal.
No se trata tan solo de una visita común al cementerio, sino de un día para engalanar las lápidas y mostrar, a través de las flores y las decoraciones, a modo de ofrenda, cuánto amamos a nuestros seres queridos fallecidos. Generalmente, las flores y las decoraciones suelen ir acompañadas de velas, que iluminan el sendero de los fallecidos para ascender al reino de los cielos.
2. La visita a las Iglesias
Otra de las tradiciones más comunes y populares para celebrar el día de todos los santos en territorio portugués, es la asistencia a las iglesias. Y es que, aunque en líneas generales la población de Portugal es bastante religiosa, en este día las iglesias reciben un mayor número de visitas.
Algunas iglesias también son adornadas con arreglos florales. Otras de ellas prestan el servicio de nombrar a los fallecidos, según el encargo de los familiares, haciendo misas dedicadas. En un día cargado de un gran simbolismo religioso.
3. El compartir familiar
Y aunque no nos suene convencional, al menos para el resto de los días del año, en Portugal el día de todos los santos se vive como una especie de fiesta. De hecho, junto a la visita de las tumbas de los seres queridos que han fallecido, se convoca toda la familia o buena parte de ella. Parte de las costumbres del día implican hornear pasteles de canela, compartir un vino y comer castañas al aire libre. La visita a la tumba se transforma entonces en un momento de unión y compartir familiar.
4. Los cantos de los niños
Los más pequeños de los hogares portugueses también participan en las actividades típicas del día de todos los santos en Portugal. En algunas localidades del país aún se mantiene viva la tradición en la que los niños van tocando de casa en casa, cantando canciones típicas de la fecha y pidiendo galletas o el tradicional pan de Dios. Sería una tradición similar al canto de los villancicos en época de Navidad, o incluso al Halloween, en la rutina del ir de puerta en puerta.
En la versión original de esta tradición, que ha ido quedando en desuso con el paso de los años, los pequeños llevaban bolsas hechas con remiendos de telas o ropa vieja. En ellas, los adultos colocaban dinero, castañas o chocolates.
En definitiva, el pueblo portugués recuerda en el día de todos los santos, no solo su profundo amor, reconocimiento y respeto a los familiares que ya han pasado a otro plano. También hacen gala del profundo acervo religioso y espiritual que los define como nación, y que aporta a su cultura.