Las historias y hallazgos curiosos no dejan de sorprendernos, en otras ocasiones ya nos hemos adentrado en temas como «3 casos terribles de personas que fueron enterradas vivas«. En esta entrada, os deleitamos con otro asunto un poco escalofriante y, a la vez, muy impresionante.
Según los arqueólogos, es difícil encontrar conservado cualquier tipo de tejido blanco. En cambio, en el año 2009, los arqueólogos del York Archaeological Trust de Reino Unido, hallaron un cerebro que pertenecía a una persona con cerca de 2.600 años de antigüedad.
¿Cómo es eso posible?
El equipo de excavación ha encontrado el cerebro en la ciudad de Heslington (York), junto con una mandíbula, dos vértebras y una calavera que están aún unidas. Los científicos señalan que, al parecer, era un cráneo de lo más común, pero cuando lo limpiaron descubrieron una materia blanda en su interior.
Desde el hallazgo, un conjunto de 38 investigadores han trabajado con este cerebro para estudiarlo y mantenerlo el tiempo máximo posible. Así que, mediante la datación por radiocarbono de un hueso de la mandíbula, se concluyó que el individuo vivió, aproximadamente, en el siglo VI antes de Cristo y se calculó que el cerebro tiene unos 2.600 años de antigüedad.
Probablemente, los dientes y la forma del cráneo, indican que la persona era un hombre con entre 26 y 45 años y el estudio de las vértebras, informan de que fue golpeado en el cuello y cortado con un cuchillo afilado. Inmediatamente después, fue enterrado en un hoyo con suelo de arcilla húmeda, por lo que el ambiente estaba libre de oxígeno.
La piel, la carne y el cabello del cráneo, con el paso del tempo, se descompusieron y desaparecieron, pero las proteínas y grasas permanecieron unidas en el tejido cerebral para conformar una masa llena de moléculas enredadas. Esto produjo que el cerebro de contrajera y conservara su anatomía y características microscópicas que solo pueden ser ubicadas en el tejido cerebral.
¿Qué os ha parecido esta historia? Impresionante, ¿verdad? Si te ha resultado interesante, también puedes leer «El parásito mortal: la ameba que ´devora´ el cerebro humano«