Cuando hablamos de monarcas, nos encontramos con personajes que, a través de sus decisiones, de su visión ante el poder o incluso de su vida personal, han sabido ganarse un lugar en las páginas de la historia. Es justamente el caso de Enrique VIII, quien gobernó Inglaterra entre los años 1509 y 1547. Durante esos treinta y seis años, el Rey supo hacerse sentir como uno de los más sanguinarios en la historia del país, así como por su separación de la Iglesia Católica para formar la Iglesia Anglicana. Pero es en las mujeres de Enrique VIII donde encontramos el aspecto más interesante y abrumador de su vida. Cónyuges y amantes pasaron por su lecho, con historias mayoritariamente desdichadas. Acompáñanos en Supercurioso a conocer quiénes fueron las esposas de Enrique VIII.
Las mujeres de Enrique VIII, ¡Conócelas!
Hablar de las mujeres de Enrique VIII es develar la personalidad de un hombre mujeriego, caprichoso y autoritario. Sus propias pasiones personales fueron uno de los motivos que le condujeron a vincularse con un número infinito de amantes. Pero fue la búsqueda insistente de un heredero al trono, así como de la unificación política, lo que le llevó a casarse un total de seis veces. La historia de las esposas de Enrique VIII es, cuando menos, desoladora. Con dos matrimonios anulados y la orden de decapitación de dos de sus mujeres, este Rey pasó a la historia como el peor de los maridos. Conozcamos quiénes fueron las desafortunadas.
1. Catalina de Aragón (1485-1536)
Iniciamos este recorrido por las esposas de Enrique VIII contándote sobre Catalina de Aragón. Era la hija menor de los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. En un principio Catalina se casó con el Príncipe Arturo de Gales cuando tenía 15 años, pero a los pocos meses de haberse celebrado el matrimonio, este falleció, así que para mantener la alianza y buena relación entre ambos países, Catalina y Enrique VIII se casaron. Fruto de esta unión, Catalina dio a luz a una niña llamada María I de Inglaterra. Posteriormente, tuvo varios niños que lamentablemente fallecieron a temprana edad.
Durante más de dos décadas permanecieron juntos, e incluso hay quienes dicen que fue a Catalina a la única mujer a la que Enrique VIII amó. La consideraba una perfecta esposa, pero su imposibilidad de darle un heredero terminó por degradarla. Entonces el monarca, obsesionado con Ana Bolena, pidió a la Iglesia Católica anular el matrimonio con Catalina, bajo la excusa de que no podía darle hijos varones. La Iglesia no autorizó la anulación, pero Enrique VIII igualmente se divorció a través de una Ley del Parlamento, lo cual provocó la ruptura definitiva con la Iglesia Católica y la posterior creación de la Iglesia Anglicana.
2. Ana Bolena (1501-1536)
La siguiente entre las mujeres de Enrique VIII es Ana Bolena, de quien se dice que fue la causante de la ruptura del monarca con la Iglesia Católica. En efecto, la relación entre Ana Bolena y Enrique VIII fue compleja desde sus inicios. Él estaba casado con Catalina, pero en esta nueva relación puso sus esperanzas de tener al fin un hijo varón. Ella era una de las damas de compañía de la reina y el rey, quien, sintiéndose fuertemente atraído por ella, quiso convertirla en su amante.
Pero Ana, sabiendo el carácter mujeriego de él, insistió en negarle favores sexuales. Tal fue el interés que despertó en Enrique VIII, que este no la obligó ni la amenazó para que accediera a sus intenciones, sino que rompió con los paradigmas de la época e incluso con la Iglesia, para poder casarse con ella. Pero Ana no sería la última de las esposas de Enrique VIII. Del romance nació una niña, Isabel I, quien luego sería reina de Inglaterra. Ante la ausencia del heredero, pronto el Rey posó sus ojos en otra dama de compañía. La historia entre ambos terminó en tragedia: la astuta y poderosa Ana fue decapitada en el año 1536, por orden del mismo hombre que le había jurado amor eterno.
3. Juana Seymour (1508-1537)
Varias de las esposas de Enrique VIII tuvieron algo en común: haber sido la dama de compañía de la mujer anterior. Fue también el caso de Juana Seymour, dama de compañía de Ana Bolena. Curiosamente, ambas mujeres eran primas y habían sido criadas juntas por un tiempo. Luego de la decapitación de Ana, Enrique VIII se casó con la que sería su tercera esposa. Sería ella quien le daría el tan ansiado hijo varón, pero a costa de su vida. Juana murió por complicaciones en el parto. El Rey ordenó que fuese enterrada en el mismo lugar que estaba destinado para resguardar sus propios restos a la hora de la muerte, la Capilla de San Juan.
4. Ana de Cléveris (1515-1557)
La siguiente entre las mujeres de Enrique VIII fue Ana de Cléveris y es quizás la que protagoniza la historia más gris. Pasaron dos años de haber enviudado, cuando el primer ministro sugirió al Rey una alianza europea. Entre las candidatas estaban Ana y Amelia, las hermanas del Duque alemán de Cléveris. El monarca, auténtico fanático de la belleza femenina, solicitó imágenes de las dos mujeres y eligió a Ana por considerarla la más agraciada. Pero cuando la tuvo de frente, se dio cuenta de que la mujer no correspondía con la fotografía. Quiso detener la boda, pero ya era tarde. Se casaron, pero tan solo seis meses después, ella aceptó una propuesta de divorcio con un generoso arreglo. Pasó a la historia como la fea, entre las esposas de Enrique VIII.
5. Catalina Howard (1523-1542)
La quinta entre las esposas de Enrique VIII fue también la dama de compañía de su antecesora. Era una joven de 19 años, que fascinó al monarca con sus encantos. Se dice que fue a la mujer a quien Enrique halagó más con regalos y detalles. Sin embargo, esto no la salvaría de un final infeliz. En el momento en que contrajeron nupcias, el Rey ya era un hombre con notable sobrepeso y dificultades de movilidad, mientras su señora era apenas una jovencita. Menos de un año después de la boda, comenzaron a surgir rumores de infidelidad. Las evidencias llegaron a manos del rey, quien no dudó en enviar a la joven a la Torre Verde, donde fue ejecutada por adulterio y traición.
6. Catalina Parr (1512-1548)
Y la última entre las mujeres de Enrique VIII fue la tercera Catalina; esta vez, Catalina Parr. Fue ella la única que rompió el molde de las desdichadas cinco esposas de Enrique VIII. No fue dama de compañía, sino una viuda de buena educación, que sirvió de madre para los hijos del monarca. De ella se dice que fue la cónyuge que mejor influyó en la corte, siendo imagen de estabilidad y de paz. Participó de forma activa en las áreas de la cultura, la religión y el papel de las mujeres en la sociedad. También comandó la educación de los hijos del rey. Murió en 1548, un año después del fallecimiento de Enrique.
Como bien nos dejan ver las historias de las esposas de Enrique VIII, ser reina no es sinónimo de felicidad, e incluso en algunos casos, puede convertirse en una verdadera condena. Si te interesa conocer más sobre el pasado de nuestra civilización, no te pierdas esta selección de las mejores frases de historia, para seguir extrayendo valiosas lecciones del pasado.