Su nombre es James Bowen, un chico de cabellos largos y rostro amable al que no le fue muy bien en su vida. Con 33 años ya sabía lo que era vivir con una adicción a la heroína y tener que sobrevivir en las frías calles de Londres tocando su guitarra en una esquina de Covent Garden, aguardando a que los transeúntes dejaran de vez en cuando alguna propina. La existencia a veces no afina la partitura que cada uno deseamos, y durante un tiempo la realidad de James sonó con la melodía de la soledad y el desánimo.
Pero una mañana apareció de improviso alguien en su vida, alguien pequeño y pelirrojo que decidió por sí mismo que no iba a apartarse de ese músico melenudo y de rostro triste…
El gato Bob y su perseverancia
Se encontró con él en Tottenham, en un bloque de edificios, era un gato de mirada alegre, pelirrojo y con aire curioso. Aquella fue una fría tarde de invierno y James dejó que durmiera con él aquella noche en vista de que ambos compartían la dura vida de la calle y sus habituales dificultades. ¿Por qué no? Eran sólo dos jóvenes camaradas en busca de un poco de compañía. A la mañana siguiente lo dejó ir, tal vez tuviera su propia familia o esas obligaciones gatunas que suelen caracterizar a dichos felinos más bien independientes… Pero el gato decidió que no iba a dejar solo al humano de cabello largo que cargaba una guitarra a su espalda.
Lo siguió. Incluso entró al autobús número 73 que James solía coger para ir a Covent Garden. ¿Cómo podía ser? El animal estuvo con él todo el día, y luego otro, y otro… era como si tuviera el firme propósito de no dejarlo más. Algo estaba ocurriendo, James sentía de pronto que tenía a alguien de quien cuidar y por quien merecía la pena mejorar. Y así lo hizo, empezó a acudir a un centro de desintoxicación y a plantearse ver la vida de otro modo: tenía un amigo con el que compartir la vida.
El famoso gato Bob y su mascota, el humano James
Sin saber cómo, aquel equipo humano-gato estaba funcionando increíblemente bien, las propinas empezaron a subir a un ritmo increíble, a la gente les encantaba verlos en aquel rincón de Covent Garden. El gato Bob iba vestido con una bufanda y sabía chocar su zarpa cada vez que James se lo pedía al terminar una canción con su guitarra. Tenían un público fijo, a la gente les encantaba ver a esa entrañable pareja cada día al ir al trabajo o al salir de compras con la familia.
Un buen día la suerte quiso presentarse ante ellos una vez más. Una mujer les visitó en su rinconcito particular de Covent Garden, se llamaba Mary Pachnos y era una agente literaria de Islington: deseaba contar la historia del gato Bob y su mascota humana James Bowen, una nueva asociación que culminó con la edición de un exitoso libro titulado «A Street cat named Bob», llegando incluso a estar en la lista de los libros más vendidos en Reino Unido, y más aún… hay rumores de que podría ser llevado al cine.
James Bowen y su gato Bob ganaron unos 38.000 euros con el libro, pero ello no ha hecho que cambien sus buenas costumbres ni su gran amistad. Hoy en día siguen actuando en Covent Garden.