Tal vez fue casualidad, o tal vez fue el destino el que juntó a dos muchachas de EEUU, dos jóvenes estudiantes que buscaban piso para compartir en su primer año de universidad y que acabaron dando la una con la otra sin saber lo que la providencia tenía guardado para ellas. Y es que, en ocasiones, las grandes historias se gestan en actos sencillos y sin importancia que acaban tejiendo maravillosas realidades que nunca nos dejan indiferentes.
Seguro que te sorprendes ante esta curiosa historia originada a partir de un botecito de semen, a partir de una donación anónima de un muchacho de Nueva Orleans, que un buen día decidió acercarse a un centro de natalidad porque necesitaba algo de dinero…
Las universitarias de Tulane, Nueva Orleans
Sus nombres son Mikayla Stern-Ellis y Emily Nappi, dos estudiantes de rostro sonriente que se conocieron por Facebook en su primer año en la Universidad de Tulane. Querían una compañera de piso para vivir en la residencia universitaria, y, aunque al final no pudo resolverse ese tema, congeniaron tan bien a través de mensajes que decidieron conocerse.
Se llevaban estupendamente, salían juntas y empezaron una de esas amistades donde la complicidad y el sentido del humor, marcaba una confianza especial, tanto era así que a menudo bromeaban con la posibilidad de que fueran hermanas, dos hermanas separadas al nacer por el destino. ¿Por qué no? Todo podía ser, es más, de hecho había algo realmente singular… Mikayla y Emily tenían rasgos muy muy semejantes. De hecho no hay más que verlas, esa expresión en sus rostros, la cercanía de sus sonrisas, la linea de sus rostros ¿Podía ser posible que…?
Los padres de Mikayla fueron quizá los más intrigados por esas llamativas evidencias, así que no dudaron en plantearles la posibilidad de hacer unas pruebas genéticas. ¿Os imagináis cuál fue el resultado? En efecto, estas dos amigas de universidad, resultaron ser finalmente hermanas, hijas de un mismo padre, un donante de esperma de Nueva Orleans.
Esta sorprendente y conmovedora historia fue publicada de inmediato por todos los rotativos de su alrededor: el periódico de la universidad, el periódico local, el «New York Post» y, poco a poco, el mundo entero se ha hecho eco de la aventura de estas dos hermanas que un buen día se encontraron por facebook. ¿Casualidad? ¿Destino? La verdad es que resulta intrigante plantarse la gran cantidad de hijos anónimos y desconocidos que pueden llegar a tener los donantes de semen por el mundo, una idea que ha inspirado más de una película donde en ocasiones, la propia realidad parece superar a la ficción.
Sea como sea, nos quedamos con una de las frases que Mikayla ha dejado en su perfil de Facebook:
Un hilo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar el tiempo, el lugar ni la circunstancia. El hilo se puede estirar o enredar, pero nunca se romperá.