Las civilizaciones antiguas nos descubren mitos y creencias realmente asombrosas hoy en día pero que cuanto menos no nos dejan indiferente. Si te llamó la atención el artículo sobre los métodos para saber si una mujer estaba embarazada o no, ¡este artículo puede que también te deje un poco a cuadros!

¿Por qué los griegos se sujetaban un testículo al copular?

Aristóteles describe cómo los hombres de su tiempo se sujetaban un testículo mientras copulaban, ya que creían que podían tener niño o niña según procedieran en el acto. De acuerdo con sus creencias, el semen del testículo derecho engendraba un niño y el del izquierdo una niña. ¿Y por qué era el testículo derecho el que engendraba un niño? Porque los griegos asociaban el lado derecho con lo bueno y lo masculino.

La mujer no tenía la misma consideración que el hombre en la Antigua Grecia

Como habrás notado, en la concepción de los hijos la mujer parecía no tener ningún tipo de importancia más que para gestarlos, quedaba relegada a un papel menor muy extendido en la cultura de esa época.

La mujer en Grecia sólo podía dedicarse a las labores del hogar. Los matrimonios se realizaban entre miembros de una misma familia. La edad idónea para el matrimonio rondaba los 14 años para las mujeres, aunque esta estaba muy sujeta a la llegada de la menstruación, y 30 años para los hombres. Esta diferencia de edad era porque al marido, además de esposo, se le consideraba tutor. De esta forma, también se aseguraban que tuviera la edad suficiente para ejercer los derechos de ciudadanía.

En contra de lo que se pueda pensar, el divorcio era fácil de obtener. El marido era siempre el que tenía que acudir al magistrado, ya fuera por decisión suya, de su esposa o conjunta. Si era por decisión del marido, éste le tenía que buscar un nuevo esposo a su mujer. Si la mujer había sido violada o había cometido adulterio, el marido tenía que pedir el divorcio inmediatamente.

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Una mujer considerada adúltera no podía demostrar su inocencia de ninguna de las maneras y era castigada sin poder participar en fiestas religiosas; tampoco podía llevar joyas… pero lo peor de todo es que se convertía en una auténtica carga para su familia, ya que el encontrar un nuevo marido era prácticamente imposible.

Sólo las metecas ateniense y las periecas espartanas gozaban de mayor libertad, trabajaban y no necesariamente tenían que casarse.

Aunque los hipocráticos pensaban que una mujer no podía quedarse embarazada si no gozaba en el acto amoroso, Aristóteles no pensaba lo mismo… Por lo tanto a quien se tenía que prestar atención era al hombre y a su forma de copular para tener un niño.

Lo cierto es que, aunque Aristóteles tenía una concepción algo mejor de la mujer que en épocas anteriores de la historia de Grecia, él pensaba que la mujer nacía por un defecto en el semen paterno y se la consideraba como «un hombre disminuido». Increíble, ¿no?

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