En la película Jurassic Park, se hizo inmensamente popular la famosa escena en la que el gigantesco T-Rex ataca un jeep durante una tormenta. El Dr. Alan Grant, un paleontólogo que se precia, indica en ese instante: «¡No te muevas! No nos verá si no nos movemos»
Verdad de la buena
Pues bien queridos amigos, esto es incorrecto. Lo sabemos, os acaba de caer como una bofetada. El T- Rex no sólo podía ver muy bien, tanto si el objeto se movía como si no, también hay evidencias de que la vista del T-Rex era muy buena, muy posiblemente, mejor que las halcones de hoy en día.
Esto «hecho» inamovible de la exitosa película 1993 inspiró una buena parte de la investigación sobre el tema. El profesor Kent Stevens de la Universidad de Oregon comenzó el proyecto DinoMorph en 1993. Su objetivo era desarrollar un medio para crear modelos digitales científicamente útiles que simplificasen los esqueletos de dinosaurios.
Investigación y conclusiones
Stevens realizó experimentos para determinar el campo visual, la percepción de la profundidad y la amplitud binocular de algunos dinosaurio . Publicó los resultados en 2006, donde Stevens reflejó la realización de una prueba llamada «perimetría inversa» donde evaluó la eficacia de un T-Rex para ver objetos a diferentes alturas y formas.
Stevens determinó que el rango binocular de T-Rex era de 55 grados, que es más amplio que incluso el de los halcones. Stevens continuó la investigación con otros dinosaurios terópodos y determinó que la mayoría de los terópodos tenían rangos binoculares al menos similares a las modernas aves rapaces.
Otro descubrimiento reciente también confirmó que la visión era un sentido importante para el T-Rex, los científicos determinaron que el hocico del T-Rex con el tiempo se hizo poco a poco más largo, más estrecho, los huesos de las mejillas se hundieron hacia el interior, y sus ojos se hicieron más grandes. Pero aunque la cabeza y los ojos del de T-Rex parecían estructuralmente preparados para la gran visión, la cuestión que quedaba sin resolver era saber cómo de buena era su visión.
Para ello, Stevens tomó como ejemplo la óptica de parientes lejanos de los T-Rex, incluyendo el águila, el pollo, y el cocodrilo. Como referencia, un águila tiene alrededor de 3,6 veces la claridad visual de una persona. De acuerdo con sus resultados, el T-Rex bien pudo haber tenido la claridad visual de hasta 13 veces mejor que la de un humano moderno. Se determinó que un T-Rex podía visualizar un objeto hasta a seis kilómetros de distancia.
Respuestas a los gazapos de la película
Por supuesto, en la película (y en mayor medida y más detallada en el libro), se afirma que con el fin de llevar estos dinosaurios a la vida, los científicos necesitaban más ADN para llenar algunas «lagunas». En el libro, decidieron empalmar ADN de dinosaurios con el pájaro, lagarto, y el ADN de la rana. En la película, sólo utilizan ADN rana para recalcar durante la trama que ciertas especies de ranas pueden cambiar de género cuando no abunda más de un género en el medio silvestre. Así que dado este cambio, puede ser que los dinosaurios en la película fueran más rana que dinosaurio histórico real.
Así que, si ese es el caso, puede ser que la declaración hecha por el Dr. Grant en la película realmente tuviera más que ver con una rana que con un T-Rex. De hecho la rana de África Occidental más común que tiene la tendencia a cambiar de género es la rana de caña de África. Y lo cierto es que está documentado que las ranas tienen dificultades para ver las presas que no se mueven.
Olfato y velocidad
De todos modos, y aunque así fuera, no deberíamos olvidar que si estás sudando de miedo a una pulgada de la nariz del T-Rex, no le costaría mucho averiguar que te encontrabas allí. De hecho, sus grandes bulbos olfatorios y los nervios en relación con el tamaño del su cerebro indican que puede haber tenido un sentido del olfato equivalente al de los buitres modernos, que son capaces de oler cosas muertas desde distancias de varios kilómetros.
Dicho esto, hay un cierto debate en cuanto a la rapidez del T-Rex, pues la mayoría de los científicos de hoy pensando que sólo tenían una velocidad máxima de alrededor de 17 a 25 kilómetros por hora. Así que eso hubiera hecho la escena de persecución en jeep un poco menos dramático. Pero el cine es cine, y la ciencia es ciencia.
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Imagen: Parque Jurasico, Steven Spielberg, 1993