¿Tus padres te han contado tantas veces esa graciosa anécdota de cuando eras pequeño que ya no sabes si realmente te acuerdas por ti mismo o por haberla escuchada en tantas ocasiones? Si es así, probablemente tengas un falso recuerdo.
¿Qué son los falsos recuerdos?
Nuestros recuerdos no siempre son verdaderos hay algunos que se producen después de haber visto una fotografía, de que te hayan contado una anécdota o, incluso, tras haber imaginado una historia.
No es algo que nos inventemos, sino que realmente creemos que ocurrió ya sea porque nos lo han relatado o por qué lo vivimos pero de forma diferente.
Se trata de algo científicamente probado. Elizabeth Loftus realizó en 1994 un experimento mostrando era capaz de convencer a una cuarta parte de los participantes de que se habían perdido en un centro comercial cuando eran pequeños.
Bautizada como “técnica del centro comercial”, la investigadora hizo que varias personas leyeran recuerdos sobre su infancia preparados por sus propios familiares cercanos. Uno de estos recuerdos era falso y sostenía que el participante se había perdido en un centro comercial cuanto tenía 5 años.
Loftus pidió que intentaran recordar ese hecho con sus propias palabras y el 25% aseguró que podía acordarse de lo ocurrido en el centro comercial y hasta proporcionaron detalles sobre ese día.
Del mismo modo, se desarrolló otra prueba parecida en 2002, en la se logró hacer creer a la mitad de los participantes que habían volado en globo en la infancia después de enseñarles fotografías manipuladas en las que aparecían realizando dicha actividad. Incluso, uno de ellos contó que había visto desde el aire su escuela y a su mamá en tierra tomando la foto.
¿Cómo se elaboran los falsos recuerdos?
«La razón de que los recuerdos sean tan maleables es simplemente que hay demasiada información para absorber, explica la psicóloga Kimberley Wade.
«Nuestro sistemas preceptivos no pueden notar absolutamente todo de nuestro entorno. Recibimos información a través de todos nuestros sentidos pero hay huecos. Así que cuando recordamos un evento, lo que hace nuestra memoria es rellenar esos huecos con lo que sabemos sobre el mundo» aclara.
Es decir, cuando el cerebro recibe la información procedente de nuestro sentidos, selecciona cual debe guardar y cual desechar, en función de si será útil o no en el futuro, pero cuando quiere completar todo el recuerdo, emplea información inventada que puede estar influenciada por nuestras emociones. Esto es lo que hace que dos personas que vivieron una misma situación, la cuenten de manera completamente distinta.
“He estado estudiando la memoria por más de una década, y aún me parece increíble que la imaginación pueda engañarnos para que pensemos que hicimos algo que nunca hicimos e impulsarnos a crear recuerdos ilusorios tan convincentes», dice Kimberley Wade.
Los adultos son más propensos a crear recuerdos falsos que los niños mientras que las personas con más memoria son menos proclives a confundir sus recuerdos.
Los falsos recuerdos y la justicia
En el mundo de la justicia, los testigos son uno de los elementos más importantes a la hora de condenar o no a un presunto delincuente, pero ¿Qué ocurre si el testigo tiene falsos recuerdos?
Esto es exactamente lo que le preocupa a Christopher French, de la Universidad de Goldsmiths de Londres, quien afirma que existe una escasez de conciencia sobre lo poco confiable que es la memoria en la justicia.
«Aunque dentro de la psicología es una noción bien conocida y ampliamente aceptada por cualquiera que haya estudiado la bibliografía al respecto, no se conoce más generalmente en la sociedad», explica French.
«Aún hay gente que cree que la memoria actúa como una cámara de video, así como personas que aceptan la noción freudiana de la represión, que sugiere que cuando sucede algo terrible se empuja el recuerdo hacia las profundidades del subconsciente» añade.
Uno de los casos más llamativos, ocurrió en 1990, en Estados Unidos, cuando una joven de 19 años llamada Holly Ramona demandó a su padre Gary Ramona por medio millón de dólares porque, supuestamente, él la había violado cuando ella era una niña.
Esta acusación se produjo después de que Holly acudiera a una psicoterapeuta para solucionar problemas de depresión y bulimia. La terapeuta le dijo que la mayoría de los casos de bulimia estaban relacionados con experiencias de abuso sexual durante la infancia y la sometió a sesiones de hipnosis para recuperar sus recuerdos perdidos, entre los que, supuestamente, figuraba el episodio de la violación.
Finalmente, el padre de Holly pudo demostrar que la psicoterapeuta había implantado recuerdos falsos en la memoria de su hija. La justicia condenó a la terapeuta con una multa de 475 000 dólares por reparación de daños y malas prácticas profesionales.
De hecho, en Estados Unidos se ha creado el Proyecto Inocente (The Innocent Project) con una lista de todas las personas que han sido absueltas tras conseguir la anulación de después de que se produjeran identificaciones incorrectas por parte de testigos oculares.
Estos testigos afirmaron que estaban en estado de shock o bajo mucha presión, lo que les provocó esa confusión, por ello, ahora las declaraciones se llevan a cabo a puerta cerrada y de manera profesional.
En otras ocasiones, los recuerdos falsos también se generan como una manera de defendernos ante un hecho traumático, para sustituir a un recuerdo que nos asusta.
Estos falsos recuerdos actúan en nuestro cerebro sin que nos demos cuenta, demostrando que no es una máquina infalible como creíamos.
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