En otras oportunidades te hemos hablado de las cucarachas, y de los lugares donde suelen esconderse, así como de su capacidad de sobrevivir a un holocausto nuclear. Pero… ¿sabes que hay un animal, una criatura, cuyo único alimento es, precisamente, la cucaracha? ¡Sigue leyendo y así te enteras!
Las avispas esmeralda
Estas avispas, que viven en las regiones tropicales de África, Asia y el Pacífico, son unas pequeñas avispas parásitas que le clavan su aguijón dos veces a las incautas cucarachas: una vez en su parte central para que no escape, y la otra directo en el cerebro para atontarla y ponerla lenta.
Así, halándola por las antenas, la avispa arrastra a la cucaracha hasta un buen escondite, un rinconcito donde no será molestada, y a continuación pone un huevo dentro de la cucaracha.
El huevo, a su vez, se incuba y las larvas van devorando a la cucaracha desde dentro hacia afuera. Lo insólito no es esto, ya que hay otros ejemplos de insectos y animales parásitos en la naturaleza. Lo insólito es lo que ocurre antes de que las larvas se coman el interior de la cucaracha.
Apenas seis semanas después de su incubación, una avispa muy joven nace luego de abrirse un capullo dentro de lo que será la cáscara de la cucaracha.
Como puedes imaginarte, la cucaracha es un insecto muy sucio, su hábitat lo constituye cualquier lugar con restos de comida, y por eso están llenas de bacterias que, una vez muerta, pueden echar a perder su “carne”.
Entonces, estas avispitas segregan una increíble cantidad de compuestos antimicrobianos, tan potentes que desinfectan y limpian a la cucaracha, y la vuelve apta para que las larvas puedan alimentarse de ella.
Así lo descubrió un interesante estudio, aparecido en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences en 2013.
Este poderoso compuesto inhibe el crecimiento de los microbios que degradan los alimentos, y es posible entonces que las avispas puedan sobrevivir dentro de su anfitriona; ya que las cucarachas son la exclusiva comida de estas avispas, es necesario asegurarse de su limpieza.
Nuestras avispas no son las únicas que producen compuestos antimicrobianos, pero sí son las únicas que, en su fase larval, crean antibióticos. La naturaleza, definitivamente, no deja de sorprendernos.
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