Tres horas y media de alfabetización diaria, una hora y media de enseñanza de las matemáticas diarias y 20 minutos de actividad física. Más o menos eso es lo que se aplica en las escuelas de casi todo el mundo. La implicación parece clara: No hay tiempo para jugar en el jardín de infancia.
Otro punto de vista
Finlandia, parece estar en el otro extremo del espectro en jardines de infancia. La mayoría de los niños finlandeses comienzan las clases obligatorias a los 6 años. Y en cualquier caso estos niños pasan una parte considerable de cada día jugando, no llenando las hojas de trabajo.
Los niños aprenden a través del juego. Ellos no se dan cuenta de que están aprendiendo, porque están demasiado interesados en lo que están haciendo. Cuando los niños juegan, están desarrollando sus habilidades de lenguaje, matemáticas y de interacción social. Una reciente descripción de la investigación «El poder del juego» apoya estas conclusiones. A corto y largo plazo, jugar beneficia el desarrollo cognitivo, social, emocional y físico. Cuando el juego es divertido y dirigido a los niños, los niños se sienten motivados a participar y eso es una oportunidad para aprender.
¿Qué es natural?
¿Es natural que un niño aprenda cuando el profesor dice: ‘Toma este lápiz y quédate quieto’? En estas escuelas los niños participan en tareas de escritorio como la escritura a mano, sólo un día a la semana, y rara vez se sientan para completar los ejercicios tradicionales de papel y lápiz.
No hay tal cosa como un día típico de jardín de niños en el jardín de infancia. Algunos días se dedican a excursiones y juegos de pelota, mientras que otros son para canciones y bailes. A través de estas actividades los niños juegan, a veces de forma espontánea y libre, mientras que el otras de forma más guiada y pedagógica. El juego se está convirtiendo en el centro de la última versión del plan de estudios en Finlandia.
Aprender con alegría
Estos niños de 5 y 6 años de edad, leen mirando. Sentados en diferentes esquinas de la habitación, hojean las páginas de algunos libros, saborean las fotos, pero aún no descifran las palabras aunque lo harán casi todos a final de año. Los profesores no les empujan, sino que ellos aprenden solos cuando están preparados para ello. Si el niño está dispuesto e interesado, le ayudan.
Un viejo dicho finlandés asegura que las cosas que se aprenden sin alegría se olvidan fácilmente. Y es curioso, porque la palabra alegría no se utiliza mucho en las conversaciones acerca de la educación en el resto del mundo.
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