Desde hace poco más de tres décadas vivimos una revolución en el campo del entretenimiento de dimensiones mundiales, con una marcada influencia al menos en las dos últimas generaciones y cuyas consecuencias sobre el ser humano todavía son objeto de discusión y estudio: el mundo de los videojuegos.
A diario millones de personas pertenecientes a distintas generaciones y culturas dedican horas diurnas y nocturnas, a veces arrebatando el tiempo al sueño o al de la jornada laboral, a diferentes juegos en soportes que van desde la pantalla del televisor a la del teléfono, pasando por distintos formatos, tecnologías y costos.
Cuando el juego invade la vida, el síndrome de GTP
Esta obsesión por los juegos generó un fenómeno identificado por primera vez en la década de los noventa del siglo pasado y recibió el nombre de “efecto Tetris”, debido a este juego que hizo furor desde su aparición, y que consistía en que al cerrar los ojos para dormir los jugadores continuaban viendo caer las figuras rectangulares, como si continuasen jugando.
Sin embargo, otros jugadores manifestaron señales que iban más allá del momento del sueño y he aquí algunos ejemplos: una mujer se sentía acosada y seguida durante el día por la música de Super Mario Bros.; otro fanático de los videojuegos explicó que escuchaba ruidos del juego “Silent Hill” y la señal que indicaba la inminente aparición de monstruos. Algunos jugadores también han visto imágenes de los juegos colarse en su realidad cotidiana.
Esta invasión de sonidos e imágenes de los juegos a los espacios de la realidad ha sido objeto de estudio desde hace varios años, especialmente por parte de investigadores de la Unidad Internacional de Investigación de Juegos de Azar, de Nottingham Trent University (Reino Unido), como el doctor Mark Griffiths y la psicóloga Angélica B. Ortiz de Gortari, quienes han denominado estas manifestaciones como “fenómeno de transferencia del juego” (GTP, por sus siglas en inglés: “Game Transfer Phenomena”).
Aunque todavía no hay afirmaciones concluyentes en torno al síndrome GTP y los efectos a largo plazo en los usuarios de videojuegos, Griffiths cree que ha puesto en evidencia lo fácil que es engañar al cerebro y lo endeble que puede llegar a ser nuestra percepción de la realidad.
Lo que sí podemos afirmar sin necesidad de mayores estudios es que cuando empiezas a escuchar sonidos y a ver imágenes de tu juego favorito fuera de las pantallas es muy probable que estés jugando demasiado, y tengas que tomar medidas al respecto.
Te invitamos a leer los efectos de Candy Crush en tu cerebro, otro juego que puede generar el síndrome GTP.