Olivia Farnsworth tiene 7 años y en apariencia, parece sin duda una niña normal. Vive en Huddersfield (Reino Unido), tiene 2 hermanos y una madre que está muy preocupada por ella, así como los médicos, que la atienden y cuidan entre el asombro y la extrañeza.
Los medios británicos como el «Daily Mail» ya le han puesto nombre: la niña biónica. Desconocemos si esta fama será positiva para su desarrollo y su vida social, no obstante, parece que a Olivia no hay nada que le preocupe o que le produzca miedo.
¿La razón?
Nuestra protagonista de hoy no siente el dolor, no tiene necesidad de dormir y apenas tiene hambre. Todo ello se debe a un tipo de enfermedad que solo ella padece en todo el mundo: la ausencia del cromosoma 6.
Hoy en Supercurioso queremos hablarte de Olivia Farnsworth, estamos seguros de que no te dejará indiferente.
La «niña robot»: apenas come, ni duerme, ni siente dolor
Nos puede parecer asombroso, y los periódicos más sensacionalistas de Reino Unido no dejan de hablar de ella como la niña biónica, la chica robot que no siente el dolor. Ahora bien, hemos de profundizar un poco en estos aspectos para entender que la suya no debe ser una vida precisamente fácil… Y puede que ni feliz.
Si las personas sentimos miedo, hambre y sueño es porque nuestro cuerpo y nuestro cerebro, han instalado estos instintos como partes esenciales de nuestra supervivencia. El hambre nos obliga a nutrirnos y por tanto a subsistir. Dormir es otra necesidad biológica imprescindible…
¿Y qué decir del miedo? Pocas emociones primarias nos han sido tan útiles en nuestra evolución: el miedo es saber que debemos escapar del peligro para sobrevivir. Pero en el caso de Olivia, nada de esto se cumple, y por ello, no hace mucho que esta niña de poco más de 7 años ha sufrido un terrible accidente que apunto estuvo de costarle la vida.
Fue atropellada. Incapaz de reaccionar ante ese coche que conducía hasta ella, acabó embestida de forma brutal y con la rueda de un neumático pasando sobre su cuerpo. La madre y sus hermanos fueron testigos del incidente y quedaron paralizados, no sólo por el impacto, sino por ver cómo la niña «intentaba» incorporarse como si nada hubiera pasado. Imperturbable.
No sentía dolor, ni pánico, ni sensación de alarma. A día de hoy, le falta parte de piel en la pierna, el pie y la cadera, pero nada de ello supuso ningún trauma para la mente de Olivia. Su madre, Nikki Trepak, señala que ya siendo un bebé se dio cuenta de que algo extraño ocurría: Olivia no lloraba, y a partir de los 9 meses dejó de dormir la siesta, hasta el punto de que a día de hoy, carece de la necesidad de «descanso» y debe tomar somníferos para poder conciliar el sueño.
Ahora bien, para su madre, lo peor es que Olivia nunca tiene hambre, y como queda claro, y por mucho que digan los periódicos, la niña es humana y no un robot, por lo tanto necesita nutrirse para seguir creciendo y mantener una salud adecuada.
Esa ausencia en su código genético del cromosoma 6, ha dejado a los médicos y genetistas asombrados. Es un caso único y muy especial, una niña que se paseará por el mundo el resto de su vida sin temer a nada, y sin esas necesidades biológicas que a todos nos hace ser humanos, como es la capacidad de dormir, y de disfrutar comiendo.
Esperemos que su situación mejore y que su rostro curioso y amable, sonría de verdad a su futuro con buena salud. Un caso excepcional que deseábamos compartir contigo. Y si lo deseas, no te pierdas ahora nuestro artículo sobre el caso de la niña desaparecida que volvió 50 años después.