En la región de Aysén, una de las comunas de Chile, se ubica la isla de los Muertos, declarada Monumento Histórico Nacional. Un misterioso lugar con una historia aún por investigar. Y es que en esta isla de vegetación frondosa y localizada en la desembocadura del río Baker se pueden ver treinta y tres cruces de ciprés sin apenas datos que permitan identificarlas. En este artículo te contamos cuál es su leyenda y las distintas versiones que existen sobre los misterios de la isla de los Muertos en Patagonia.
Los misterios de la Isla de los Muertos en Patagonia
En el año 1950 se realizó un sorprendente descubrimiento en la llamada Isla de los Muertos de Aysén: treinta y tres cruces de ciprés que marcan unas tumbas. Las investigaciones evidenciaron que con anterioridad a este hallazgo ya se sabía de la existencia de estas cruces, siendo mayor en número, concretamente unas ciento veinte cruces. Se supone que las ochenta y siete cruces que habrían desaparecido desde el mediados del siglo XIX a mediados del XX debido a la acción de las crecidas del río.
Pero, ¿cuál es la historia real detrás de este curioso descubrimiento y las leyendas? Si bien existen numerosas leyendas sobre qué fue lo que ocurrió en esta isla y quienes eran las personas enterradas allí, las teorías más duras apuntan a que bajo esas cruces descansan los cuerpos de un grupo de trabajadores asesinados para no pagarles su salario o para cobrar una indemnización fiscal por su muerte. Otros historiadores también mencionan la posibilidad de que los trabajadores se hubiesen amotinado y hubiesen sido asesinados por ello o hubiesen sido víctimas de una epidemia o de una hambruna.
La documentación de la época parece apuntar hacia esta última posibilidad, la enfermedad derivada de la malnutrición y las malas condiciones laborales. Una desgracia que habría tenido lugar en el año 1906 y que habría tenido como protagonistas a los trabajadores de una compañía ganadera. Según se recoge en la prensa de aquella época, los trabajadores procedían de Chiloé y eran más de 200. De ellos, y solicitado por la Sociedad de Río Baker, compañía ganadera que había conseguido la concesión de explotar este área de la Patagonia, se recogieron 149 en el vapor “Araucanía”. Entre los embarcados, 60 estaban enfermos de escorbuto y disentería por malnutrición y por la mala calidad de los alimentos de los que disponían.
El grupo inicial de más de 200 trabajadores, entre los que también se contaban mujeres y niños, no disponían de atención médica, siendo las condiciones de vida muy precarias con falta de suministros, peleas desatadas por el descontento y la dureza del trabajo diario en plena selva austral. Abandonados a su suerte y al comenzar los fallecimientos por enfermedad, y a fin de frenar posibles contagios, los fallecidos se enterraron en la isla marcando cada tumba con una simple cruz según la costumbre y los medios con los que contaban.
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