Simon Baker se levantó una mañana con un horrible dolor de cabeza. El día anterior había estado levantando cajas muy pesadas y parecía que aún no se había recuperado. Tal vez una ducha fría podía despejarlo, puede que incluso quitarle el dolor. Pero algo extraño ocurrió de pronto. Justo cuando Baker abrió el grifo se dio cuenta de que el agua, sin saber cómo, caía muy lentamente… era como si el tiempo hubiera puesto el «pause» al más puro estilo Matrix y todo se sucediera muy, pero que muy despacio…
¿Qué era lo que le ocurría a Simon Baker? ¿Había adquirido de pronto los poderes de un auténtico señor del tiempo? En absoluto, te lo explicamos.
El extraño caso del señor Baker
Sabemos que hay enfermedades realmente extrañas que a menudo escapan incluso al mundo de la ciencia y la medicina. Pero lo que le sucedió a Simon Baker tenía un origen claro, aunque un desencadenante realmente asombroso. El señor Baker había sufrido un aneurisma debido al esfuerzo físico realizado el día anterior. Le había explotado un vaso sanguíneo y eso estaba originando que sufriera alucinaciones temporales.
Increíbles alucinaciones que lo sumían de pronto en un auténtico mundo que iba a cámara lenta. Su caso fue tratado por el neurocientífico Fred Ovsiew, de la Universidad Northwestern, en Chicago, quien descubrió un nuevo caso de este tipo, puesto que lo creas o no, se ha dado ya en numerosas ocasiones. Pacientes que pueden experimentar cómo el tiempo se acelera («zeitraffer») o se ralentiza («akinetopsia»).
Otro caso interesante es el de un hombre japonés que describía el aterrador instante en que el mundo dejó de estar sincronizado a su alrededor, según él era como una película mal doblada, donde las personas hablaban pero las voces salían de sus bocas con más lentitud y fuera de compás. Realmente extraño. Otra mujer relataba que un día, al subir al tren, el paisaje avanzaba con especial lentitud, mientras que ella notaba que la velocidad a la que viajaban no encajaba en absoluto con lo que veía ante su ventanilla.
Cuando fue al hospital, la cosa empeoró aún más… Sus movimientos y su forma de hablar también se habían vuelto lentos, lentísimos, tanto, que cuando le pedían que contara 60 segundos en voz alta, tardaba hasta 286 segundos en completar la tarea. Auténticos «Expedientes X» con una base neurológica bien conocida.
Estos impactantes trastornos tienen su base en una estructura cerebral determinada: el área de la corteza visual V5. Y todo se debe a que nuestro sofisticado cerebro procesa la realidad a través de una especie de secuencia de fotogramas muy similar a los del cine. Pero cuando se rompen esas pequeñas partes que unen cada fotograma, la percepción del tiempo cambia y produce este tipo de anomalías. De algún modo, nuestro sistema de percepción de movimiento tiene su propio cronómetro interno, que graba a un ritmo estándar, un mismo ritmo que todos compartimos por igual para ver la vida en una misma secuencia temporal, en un mismo canal por así decirlo. Pero cuando ocurre un daño cerebral, nuestro mundo, sencillamente, se detiene…