Olive Oatman es conocida por ser una de las primeras mujeres blancas en mostrar un tatuaje. Estamos en el oeste americano de finales del siglo XIX, y la historia de esta joven hermosa y valiente, está teñida de sangre, dramatismo y una alta dosis de coraje.
Fueron los Mohave quienes tatuaron su barbilla de modo singular, y aunque durante un tiempo se pensó que dicha simbología reflejaba el esclavismo y su posición social en esta tribu nativa, más tarde los antropólogos concluyeron que esas formas eran habituales dentro de dicha comunidad. Olive era un miembro más.
No obstante, antes de que esos tatuajes fueron trazados en su blanca piel, pasaron muchas más cosas. Hechos terribles que marcaron sus auténticos tatuajes internos, esos que solo ella podía ver.
Hoy en Supercurioso te contamos la admirable historia de Olive Oatman.
Olive Oatman, una mujer valiente con una historia dramática
Olive Oatman nació en Illinois en 1837. Tenía 7 hermanos y una vida feliz junto a unos padres que buscaban un futuro mejor trasladándose hasta California. Aunque nunca llegaron a su destino. Sabemos que este tipo de escenas nos retrotraen de inmediato a las clásicas películas del oeste, pero en esta ocasión, intentemos ver la escena desde el punto de vista de Olive, una joven de 14 años que a los pocos días de iniciar ese viaje en tren, llegó la fatalidad.
Los Yavapai, una rama del pueblo Apache, asaltó el tren y asesinó a gran parte de los pasajeros. Sus padres fueron asesinados también, así como los 4 niños más pequeños de la familia. El mayor intentó proteger a sus hermanas, pero también lo asesinaron a golpes. Los Apache se llevaron a Olive y a su hermana de 7 años, dejando con vida a un hermano, Laurence.
Se sabe que Olive y Marie Anne fueron esclavas de los Apache durante un año, más tarde, los Mohave sintieron interés por las «llamadas niñas blancas», así que después de negociar y llegar a un acuerdo entre ambos pueblos, las dos muchachas pasaron a formar parte de esta tribu que las introdujo en su cultura haciendoles sus clásicos tatuajes en la barbilla.
Las cosas tampoco fueron demasiado bien durante este tiempo. Tres años después de haber sido objeto de transacción entre un grupo nativo y otro, Mary Ann, falleció de hambre. Estábamos en 1855, y el corazón de Olive se volvió más duro. Resistente. Había perdido todo lo que amaba; sólo le quedaba resistir y adaptarse entre ese pueblo, entre esa gente que vivía de la tierra, de la naturaleza, que a instantes era violenta, sin duda, pero que también sabía ser familiar y que, de algún modo, acabó integrándola y respetándola.
Al cabo de los años llegó el rumor a las instalaciones de los soldados del oeste como Fort Yuma, de que una mujer blanca hacía vida entre los Mohave. No podían creerlo, así que enviaron un mensajero para comprobarlo. Se dice que Olive vestía solo una falda, botas y collares al cuello, que su blanco torso lucía desnudo y que su mirada estaba tan alejada, que apenas pudo darse cuenta de que un soldado había llegado allí para hablar con ella.
Fueron los propio Mohave quienes explicaron la historia de la muchacha a los soldados, y estos, recordaron al instante a un joven llamado Laurence Oatman que llevaba años buscando a sus dos hermanas, a dos niñas secuestradas por los Apache. Era ella, era Olive.
Tras un acuerdo entre los Mohave y el joven Oatman, se logró liberar a Olive para llevarla de nuevo a su pueblo, a su gente. Y dicha transición no fue nada fácil. Para aquella joven de poco más de veinte años fue como emerger del fondo del mar hacia un escenario casi desconocido donde la aguardaba ese hermano, es único vínculo real con su pasado. Al final lo logró, lo logró a través de la ropa, de la comida, de una cama, de la comodidad de un hogar, rutinas y hábitos en los cuales, sentirse segura de nuevo.
Lo que ocurrió solo unos meses después ya lo puedes imaginar. Olive Oatman se hizo famosa, la llevaron por giras por todo Estados Unidos, fue fotografiada, sometida a cientos de entrevistas y estudios que acabaron traduciéndose en libros como «La vida entre los indios» de Royal B. Stratton. Ahora bien, cabe decir que Olive nunca dijo nada en contra de los Mohave. En cada una de sus comparecencias habló con amabilidad y cariño de su gente, de sus costumbres, de la dureza de una vida donde no estaba implícita también la belleza y la dignidad de un pueblo.
Olive Oatman contrajo matrimonio con un ganadero llamado John B. Fairchild. Adoptaron una niña, y su marido, le prohibió que realizara más giras o más conferencias. Ahora bien, Olive fue reacia a esta advertencia de su esposo, puesto que se sabe que continuó dando entrevistas para periódicos, y que incluso llegó a tomar contacto con los Mohave en alguna ocasión. De hecho, en su casa siempre tenía un frasco lleno de avellanas, una costumbre clásica de los Mohave.
Una historia que no deja indiferente a nadie como puedes ver, y que deseábamos explicarte en Supercurioso. No olvides dejarnos tus comentarios y recordar también nuestro artículo sobre Audrey Munson, la triste historia de la primera supermodelo.