Todo empezó en 1979. Payeng era un muchacho de 16 años que una mañana, tras unas inundaciones acaecidas en su poblado, vio como muy cerca de su pueblo habían aparecido cientos de reptiles muertos. Por el calor, por la desolación que había quedado en una zona antes fértil pero arrasada tras las feroces lluvias. Aquel joven quedó impresionado por aquel cúmulo de animales sin vida que habían fallecido de sed y de insolación en ese complicado rincón de la India donde nuestro protagonista había nacido. Lo que hizo a continuación lo convirtió en un auténtico héroe.
La gran proeza de Jadav «Molai Payeng»
[pull_quote_center]Las serpientes murieron de calor, sin ningún tipo de sombra arbórea. Me senté y lloré sobre sus cuerpos sin vida. Fue una carnicería. Alerté al departamento forestal y les pregunté si se podían plantar árboles ahí. Me respondieron que nada crecería en ese lugar… salvo el bambú.[/pull_quote_center]
Aquel suceso pareció marcarse a fuego en la mente de Payeng. Tras las feroces inundaciones en su población y en las inmediaciones desaparecieron gran parte de los bosques, todo quedó tan seco y desolado que los reptiles quedaron sin amparo ninguno para subsistir. Las autoridades, lejos de darle esperanzas, le comentaron que lo único que podía hacer era, sencillamente, plantar bambú.
¿Y qué es lo que hizo nuestro chico? Jadav “Molai” Payeng no lo dudó, abandonó su colegio y su casa, para vivir en esa extensión desolada de arena, justo a las orillas del río Brahmaputra en Assam, aislado y en soledad, sin que nadie llegara a entender qué pretendía hacer. Su propósito era firme: lo reforestaría a base de bambú, sembrando las semillas a mano, regando las plantas día y noche, con esfuerzo y una gran ilusión. ¿Sabes cuánto tiempo le ha dedicado a esta empresa? Algo más de treinta años de dedicación absoluta que ha dado como maravilloso resultado una increíble reserva natural de casi 1360 acres. Una vez creció el bambú, Payeng inició la tarea de plantar árboles. De ese modo aportó más densidad a aquella tierra, ahí donde pudiera surgir un entorno biológico adecuado.
Un diamante en bruto donde muy poco a poco, han surgido originales variedades de flora, increíbles plantas que han originado un ecosistema propicio para gran cantidad de animales. Y no solo reptiles. Gracias a Payeng están apareciendo en esta zona de la India animales en peligro de extinción como el rinoceronte de un cuerno y el tigre real de Bengala. Y no solo eso, los biólogos dicen que han empezado a verse buitres y ciervos.
Han bautizado esta zona como «El bosque Molai» (“Molai Kathoni” ) en honor a aquel joven -hoy una persona madura de 46 años- que con su determinación y trabajo ha levantado un pequeño pulmón que da refugio a infinidad de animales, y no solo a reptiles, como era el propósito inicial de Payeng. Si tienes la suerte de pasearte por este bellísimo bosque de la India, vas a tener la oportunidad de ver multitud de animales que pasean tranquilos y totalmente adaptados a una zona recién emergida casi de la nada, y a la vez lo más profundo y enérgico de un hombre: sus sueños.
Levantar un bosque de la nada requiere tiempo y dedicación, pero sin lugar a dudas es el mayor regalo que podemos hacernos a nosotros mismos y a la naturaleza.