Para nadie es secreto que las redes sociales tienen un poderío colosal en esta generación. Su influencia es de amplio alcance, se percibe tanto en la vida romántica como en las interacciones sociales, hasta en la manera en que nos recreamos y cómo reseñamos el día a día. Hay quienes se absorben tanto por ellas, que llegan a pensar que “si no está en las redes sociales: no es oficial, nunca ocurrió. No existe. “
Todos hemos caído embelesados con sus encantos, pero son los adolescentes los usuarios más activos y quienes han venido experimentando, con mayor vigor, ciertos estímulos en sus cerebros bajo el efecto de las redes sociales.
¿Son peligrosos? Aquí te contamos sobre el curioso hallazgo que resultó de una investigación.
El curioso efecto de las redes sociales en el cerebro adolescente
Las redes sociales se impusieron en el diarismo y se están calando un poco más profundo de lo que pensábamos. Investigadores de la Universidad de California examinaron los cerebros de un grupo de adolescentes para detectar cuáles circuitos se activan cuando hacen uso de redes como Facebook e Instagram. Y siendo alrededor de nueve horas al día el tiempo el tiempo que le invierten a navegar por estos sitios, se dispararon las lecturas.
Lauren Sherman junto a un equipo de expertos del Centro de Mapeo Cerebral y del Centro Infantil de Medios Digitales, reunieron a 32 adolescentes para analizar durante 12 minutos sus respuestas cerebrales ante la exposición de 148 fotografías, de las cuales 40 de ellas pertenecían a los chicos. Conociendo la relevancia que le dan los jóvenes a los “me gusta”, cada imagen recibía un supuesto número de estas reacciones asignadas por los propios científicos, sin que ellos lo supieran. Esto, para medir a través de resonancias magnéticas de qué manera fueron estimulados sus cerebros a causa de la popularidad de sus autoretratos.
Seguramente al grupo de expertos no le tomó por sorpresa que dentro de sus cabezas se desencadenaría una especie de festival con fuegos artificiales al ver decenas de “me gusta” en sus retratos.
“Cuando los adolescentes observaron que sus propias fotos tenían un gran número de “me gusta”, vimos actividad en una amplia variedad de regiones en el cerebro,” reveló Sherman.
De las regiones que resplandecían en las resonancias, la que más se activó fue la del centro del placer, un área conocida como el núcleo accumbens que es especialmente sensible durante la adolescencia y se activa en situaciones como comer chocolate o ganar dinero. Además, notaron agitaciones en una parte del cerebro asociada con la atención visual y la actividad social.
El resto de las fotos eran capturas de comida, amigos, cigarrillos, adolescentes con poses sugestivas y ropas provocativas. Curiosamente, los participantes compartieron la tendencia de suprimir la opción “me gusta” en las instantáneas con mayor aprobación por el público, sin importar la temática. De acuerdo con Sherman, los adolescentes reaccionan de manera diferente a la información cuando creen que han sido respaldados por muchos o pocos de sus compañeros, incluso si son desconocidos. Tal respuesta evidencia que el criterio propio es vulnerado notablemente por los medios de socialización digitales y sus usuarios.
El efecto de las redes sociales en el cerebro ha sido tema de interés en otros estudios, los cuales concluyeron que su impacto en el interior de nuestras cabezas -principalmente en la de los más chicos- se asemeja al que experimentan los adictos a la cocaína, debido a la ansiedad y retracción que éstas ocasionan.
También regiones como el cuerpo estriado y la amígdala, involucrados en comportamientos impulsivos, son estimuladas cuando estos portales toman control sobre la mente adolescente.
El estudio que dio luz sobre el efecto de las redes sociales en el cerebro adolescente responde concretamente a los cambios conductuales de los que hemos sido testigos, no sólo en jovencitos, sino también en adultos que han desarrollado cierta dependencia a Instagram, Twitter y Facebook, drogas cibernéticas altamente consumidas en la actualidad que, sin moderación, podrían dañar la psiquis.
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