Hace unos años, en España, saltó a los medios de información un turbio asunto ocurrido durante la dictadura y los primeros años de la democracia: el caso de los niños robados. Un grupo de personas, en diferentes lugares de España, se adueñaron mediante engaños o falsas promesas de miles de niños para darlos en adopción. En el trasfondo, el lucro y la creencia de que podían decidir sobre la vida del prójimo con más acierto que él mismo. Al parecer esto no ocurrió únicamente en España o Irlanda, en los últimos tiempos más casos se han conocido por todo el mundo, entre ellos el drama de los niños robados de Israel.
El drama de los niños robados de Israel
El actual estado de Israel se proclamó en 1948. Desde entonces fue la tierra de acogida de numerosos judíos de otros países que deseaban iniciar una nueva vida en este recién estrenado Estado. Muchos de ellos huían de persecuciones y discriminaciones en sus lugares de origen y llegaban esperanzados a la tierra prometida. Cuando llegaban, en prácticamente todos los casos, eran alojados en campamentos y a partir de allí eran distribuidos a otros lugares en los que podían establecerse. Algunas familias permanecían en esos campos varios meses. Como ocurre en toda comunidad había unas necesidades médicas asistenciales y se habilitaron hospitales dentro de los campamentos. El caso de los niños desaparecidos se inició en 1949 y duró hasta 1960.
Durante esos años, un grupo especialmente numeroso de judíos yemeníes llegó a Israel tras una larga travesía en la que muchos perdían la vida. Alojados en estos campamentos recibían asistencia médica, especialmente los niños. En caso de enfermar, los pequeños eran separados de sus padres y pasaban al pabellón infantil. Muchos de esos niños, ingresados por una diarrea o cualquier otra enfermedad aparentemente benigna, ya no volvían con sus padres. A los progenitores se les notificaba que su vástago había fallecido durante la noche. No se le daban más explicaciones ni se les enseñaba el cuerpo, ni siquiera una partida de defunción. Estos niños eran llevados posteriormente a otros centros donde se les cambiaba la identidad y cualquier número que pudiera identificarlos para que nadie pudiera rastrearlos. Posteriormente eran conducidos a EE.UU. para ser adoptados por familias judías, que pagaban grandes sumas de dinero por ellos.
La comunidad judía yemení lucha desde hace años por saber que ocurrió con esos niños que desaparecieron. Ellos dan la cifra de 4.500. Posiblemente, en muchos casos, la defunción fuera cierta, pero en otros se han descubierto tumbas vacías y se han hecho análisis de ADN logrando juntar a madres e hijos desaparecidos. El estado de Israel, niega tener nada que ver, pero tampoco se implica a fondo en averiguar lo ocurrido. Hay varias asociaciones en el país investigando el tema.
Los niños robados no eran únicamente yemeníes, sino que se sospecha de casos de desapariciones de pequeños de origen iraquí, iraní, tunecino, belga, libio e incluso español.
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