El siglo XVII, en Francia, fue tierra abonada para la cacería de brujas y las acusaciones de posesiones demoníacas. Son varios los casos que se dieron y de los que te hemos hablado en Supercurioso, como el de las endemoniadas de Loudun o el de la confesión de Madelaine Bavent, casada con el diablo en un aquelarre. En este oscuro periodo de la historia de Francia, muchos inocentes perdieron la vida en la hoguera por culpa de acusaciones muchas veces relacionadas con jóvenes que habían ingresado en conventos para profesar. Uno de los casos más dramáticos fue el terrorífico caso de las posesiones de Aix-en-Provence.
El terrorífico caso de las posesiones de Aix-en-Provence
Como en los otros dos casos antes mencionados, también en este el detonante fue un sacerdote que se extralimitó y al parecer sedujo a una joven a la que prestaba auxilio espiritual. Louis Jean Baptiste Gaufridi, nacido en 1572 en Beauvezer, fue educado por su tío sacerdote y decidió seguir la carrera religiosa. Primero profesó como monje y luego se ordenó sacerdote, abandonando el convento para atender varias parroquias en la zona de La Provenza, en el sur de Francia. Hombre muy agradable intimó con la familia Demandolx feligreses suyos, siendo confesor de la madre y de las tres hijas, a la pequeña de las cuales, Madelaine, había visto nacer. La joven, emocionalmente inestable, profesó en las Ursulinas a instancias de Gaufridi. Éste siguió relacionándose con ella y, al parecer, cuando tenía 17 años la sedujo.
La joven, debido a sus problemas mentales, era enviada de vuelta a su casa desde el convento para que se repusiera. De alguna manera le llegó a la superiora de las ursulinas de Marsella la noticia de las relaciones que Gaufridi mantenía con Madelaine y decidió tenerla en su convento en Marsella para controlarla y amonestar a Gaufridi. Un tiempo más tarde la superiora la envió al convento de Aix-en-Provence y este traslado parece que desequilibró completamente a Madelaine que empezó a decir que estaba en pecado y poseída, ya que había perdido su virginidad a manos de Gaufridi, servidor del diablo, que la había encantado. En un ataque de rabia rompió un crucifijo y su cuerpo se contorsionaba de manera que a sus compañeras les pareció obra del diablo. Fue declarada poseída y decretado un exorcismo para que mejorase. Varias monjas del convento se contagiaron y empezaron también ha realizar movimientos obscenos, sacrílegos y a decir que estaban poseídas por varios diablos; y de todo ello culpaban a Gaufridi.
Gaufridi fue acusado por la Inquisición y, aunque en un primer momento se libró del proceso, volvió a ser requerido y esta vez bajo tortura confesó haber cometido verdaderas atrocidades, muchas de ellas de carácter sexual, como adorador del diablo. Aunque se retractó de la confesión obtenida por los inquisidores, fue quemado en la Place des Prêcheurs de Aix en Provence. Cuando se notificó a las religiosas la muerte de Gaufridi, algunas de ellas se restablecieron de su posesión inmediatamente, Sor Luisa Capeau siguió endemoniada hasta el fin de sus días, siendo expulsada del convento y Madelaine quedó ciega y sorda, negándose a comer durante una temporada. Finalmente, afirmó que el demonio que la poseía, «Asmodeo», la había abandonado y podía volver a la normalidad. Siguió bajo la tutela de la inquisición que la encarceló acusada de brujería varias veces hasta su muerte a los 77 años.
En esos primeros años del siglo XVII, en una Francia en la que el miedo, la incultura y el fanatismo religioso estaban firmemente asentados en la sociedad, fueron muchas las personas que, como en el caso de las posesiones de Aix-en-Provence, perecieron a manos de la Inquisición.
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Imágenes: Onenna59