Tras que Marie Curie y su esposo descubrieran el Radio, el mundo de la ciencia y de la industria, cambió radicalmente. Durante mucho tiempo se desconocían las consecuencias que la manipulación incontrolada de este elemento podía suponer, de ahí que se cometieran auténticas imprudencias que han quedado para siempre, en el anecdotario de lo curioso, pero también de la tragedia. Te invitamos a conocer a las valientes “Radium Girls”
Las chicas radiactivas y su inocente servicio
¿Contexto? Primera Guerra Mundial. El planeta entero vivía uno de sus momentos más convulsos, a la vez que se abrían nuevas posibilidades en el mundo de la industria, un instante idóneo para innovar y aportar nuevas tecnologías y recursos a la Guerra.
Una de las empresas más potentes del sector era la US Radium Corporation, ubicada en Orange (Nueva Jersey). Su producto estrella eran los relojes luminescentes, esos que los soldados tanto adoraban porque podían ser utilizados en la oscuridad de la noche.
Se necesitaban pedidos muy elevados, de ahí que se aumentara la plantilla con el fin de realizar la precisa tarea de pintar las esferas con una pintura especial realizada, nada más y nada menos que con sales de Radio, Sulfuro, Zinc y pegamento. Una auténtica bomba radioactiva…
La mente que había innovado este artilugio era William Joseph Hammer, quien en 1902 había descubierto las grandes aplicaciones del Radio gracias a la propia Marie Curie. También fue él, en contraposición, quien fue uno de los primeros pioneros en proponer este elemento como tratamiento para el cáncer.
El aumento de la plantilla en su fábrica fue cubierto básicamente con chicas jóvenes. Muchachas que desconocían por completo los efectos de esta pintura luminescente. Enfermaban continuamente y nadie sabía por qué. Y es que la chicas, solían chupar el pincel que utilizaban para pintar las esferas, e incluso muchas de ellas, lo usaban como original pintauñas. ¡Brillaba en la oscuridad! ¿Cómo resistirse?
Las chicas, incluso, solían hacer bromas con familiares y amigos. Se pintaban los dientes y luego apagaban la luz, para dejar que reluciera dicha luminescencia en sus bocas. Una imprudencia temible que pagarían años después, cuando empezaron a desarrollar extrañas enfermedades.
Una tragedia debida al total desconocimiento de los efectos del Radio. ¿Consecuencias? Basta con unos ejemplos. Grace Fryer empezó a notar como sus dientes empezaban a caer sin razón alguna. Y le dolía la mandíbula horriblemente, hasta el extremo de que se le inflamaba de un modo considerable.
Tras ser analizada por varios especialistas, se llegó a la conclusión de que todo se debía a su antiguo trabajo. Cuando estaba pintando esferas de reloj. Quiso contactar con sus compañeras de trabajo para advertirlo, para dar voz a lo que le estaba ocurriendo y ayudar a las otras chicas, pero en la empresa, en US Radium Corporation , los directivos hicieron oídos sordos.
Estaban ya en 1922, y Grace no pudo advertir a casi nadie. Porque por la empresa habían pasado miles de trabajadoras. La mayoría de chicas a las que logró encontrar… ya habían fallecido.
¿Y qué hizo nuestra heroína? No se detuvo e inició una dura batalla legal contra la empresa US Radium Corporation, ayudada por Raymond Berry, un joven abogado que se prestó a defenderlas. Y no les fue mal, en especial por el incondicional apoyo de la prensa, que empezó a publicar a artículos sobre el terrible caso de las “Radium Girls” (chicas del Radio) como serían conocidas a partir de entonces.
No fue hasta 1928 cuando se consiguió llegar a un acuerdo, pero eso sí, fuera del tribunal. Las supervivientes –que no eran más que unas pocas de las miles que pasaron por la empresa- recibirían una indemnización de 10.000 dólares y un seguro médico que cubriría todos los gastos ocasionados por la enfermedad, incluyendo también una pensión vitalicia de 600 dólares mensuales.
Pero solo quedaban dos chicas cuando llegó el acuerdo. Grace Fryer murió solo tres años después de dicho acuerdo. Como dato positivo a tener en cuenta de esta tragedia, tenemos el hecho de que a partir de entonces, el Congreso de EEUU indemnizaría toda enfermedad laboral. Todo a raíz del terrible caso de las “Radium Girls”. Estábamos en 1933…