Ya sabes que en Supercurioso, nos encantan las historias de animales. Y más aún, las que tienen final feliz. Hace ya algún tiempo os contamos la entrañable historia de un músico callejero y su gato Bob. En esta ocasión os traemos un relato especial sobre una gata que no empezó muy bien en su vida, como otros tantos felinos que a menudo, son abandonados por la inconsciencia y el egoísmo de sus dueños. Su existencia durante un tiempo también fue realmente triste debido a «algunas peculiaridades”, pero afortunadamente podemos decir que Tucker, ya sabe lo que es la felicidad y sentirse querida por los suyos…
Seguro que te encantará conocerla.
Tucker y Poe, el encuentro de dos gatos tristes
Esta historia se inicia como tantas otras, en un callejón húmedo y plagado de bolsas de basura en EEUU, donde se encontraba una gata, digamos…algo extraña a simple vista. Una gata quejumbrosa y de mirada alicaída que no dejaba de maullar, incapaz de comprender por qué había sido abandonada. Alguien se enterneció de inmediato al verla ¿Cómo dejarla allí sola y sin ayuda alguna? No lo dudó, no le quedaba lejos el centro Purrect Pals de ayuda para animales necesitados y se dirigió con ella en brazos para que pudieran ofrecerle la atención que sin duda, necesitaba.
A simple vista esta gata parece el felino más triste del mundo. Los músculos de su cara caen hacia abajo, dibujando en su rostro ovalado la expresión de la más inconsolable de las penas. Y aún hay más. Se hace daño con facilidad, tiene una alta sensibilidad y se hiere con el más mínimo roce. El pelo se le cae en grandes cantidades, se cansa de inmediato, anda con mucha dificultad y, su torpeza es tan extrema que es habitual verla a menudo herida o lastimada. Toda una tragedia personal y un ejemplo de supervivencia. Se trata, como puedes deducir, de un tipo de enfermedad genética algo rara en los gatos pero con una incidencia destacable a pesar de todo.
Una vez llegó a Purrect Pals se hizo una campaña por los medios buscando unos dueños adecuados para ella. Debían ser, cómo no, personas muy sensibilizadas con la idea de tener que cuidar a una gata especial que necesita mucha-mucha atención. Tucker ya había sufrido un abandono. No iba a soportar otro más.
Y la suerte llegó de pronto en forma de veterinaria. Una veterinaria a la cual no le venía de improviso la peculiar enfermedad de Tucker. Katie, que así se llama su nueva dueña o amiga humana, tiene otro pequeño compañero felino llamado Poe que comparte la misma afección que esta gata. Tal vez al ver su rostro desamparado pero lleno de fuerza interior recordaran al mítico poeta y escritor Edgar Allan Poe, porque sin duda el nombre «le iba al pelo». Ahora, Poe y Tucker viven en compañía una vida plena y feliz.
Aunque la veas con esa eterna expresión de tristeza y apatía, Tucker, demanda las mismas atenciones y las mismas caricias que cualquier otro gato. Ahora ella y Poe disfrutan de unos dueños que los adoran, y de una casa habilitada para que no se hagan daño en ningún momento.
¿A quién no le gustan los finales felices?