Las personas particularmente agradables tienen mucho talento para la conversación. Sin embargo, su secreto para el éxito está mucho menos relacionado con lo que hacen que con lo que no hacen. Las personas más agradables evitan el mayor asesino de la conversación: La interrupción.
Este hábito podría ser la respuesta a por qué a la gente no le gustas
Cuando dejamos de interrumpir, las conversaciones diarias se convierten en agradables, las negociaciones se hacen más fáciles y nuestra red crece más rápido que nunca, pues las personas están más dispuestas a la conversación.
Interrumpir pone a la gente a la defensiva. Cuando se interrumpe a alguien, se les dice que nuestra voz es más importante que la de ellos. Naturalmente, se sienten a la defensiva por lo que o se defienden o se silencian. Es una situación de pérdida. Interrumpiendo ahogamos a las otras personas en las conversaciones cotidianas. Las interrupciones hacen imposible la conversación porque la otra persona tiene que luchar para expresar su opinión o deja de intentarlo a la larga.
Además, se interrumpe el flujo de la conversación. Pensemos en estos diálogos como una danza, la interrupción sería como pisar el pie de tu pareja. Altera todo el ritmo y es difícil de recuperar. Las personas agradables evitan romper el ritmo hablando fuera de turno, haciendo una pregunta inoportuna o finalizando las oraciones de la otra persona. Dan a su pareja el espacio para que fluya e improvise, apoyándolos con la escucha activa y el interés genuino.
Interrumpir, crea un ambiente inseguro. Cuando se habla menos y se escuchar más, se crea un espacio seguro para que otros puedan compartir. Van a confiar en ti porque no hay amenaza de interrupción. La gente va a compartir sus ideas, sentimientos y pensamientos porque has demostrado que eres lo suficientemente paciente para escucharles. El paciente que escucha establece un vínculo tácito de confianza entre sí mismo y los demás, de manera que ambos se benefician de una buena conversación.
¿Cómo dejar de interrumpir a los demás?
En primer lugar, presta atención cuando sientas la necesidad de interrumpir. En segundo lugar, muérdete la lengua cuando sientas ese impulso. No te permitas hablar hasta dos segundos después de la última palabra de la persona. De esta manera sabrás que ha terminado de hablar, y que no está solo tomando un respiro antes de su siguiente frase. Puede que suene un poco tonto, pero funciona. Es la forma de dejar este mal hábito.
Vivimos en un mundo inundado de interrupciones. Al no ser uno de los que las practica, destacarás entre la masa. Al hablar menos y escuchar más, dejarás a los demás con una impresión duradera y podrás disfrutar de todos los beneficios de ser una persona más agradable.
Si te ha gustado este tema, no te puedes perder nuestro artículo: Olvidar lo que ibas a decir, ¿por qué ocurre?