Es probable que recuerden o sepan que gracias a un film clásico de ciencia ficción, 2001: Odisea del espacio (1968), uno de los temores asociados a la conquista del espacio es que las computadoras se vuelvan locas e intenten matarnos.
Sin embargo, estudios recientes apuntan a que los que podrían volverse realmente locos serían nuestros primeros astronautas en Marte, a causa de algo que también parece sacado del cine de anticipación: los rayos cósmicos.
Los astronautas en Marte se volverían LOCOS. Nuevo descubrimiento
Los rayos cósmicos, también conocidos como radiación cósmica, son flujos de energía compuestos por partículas subatómicas que viajan a velocidades cercanas a la de la luz y que pueden ser sumamente nocivas para los seres vivos. En la Tierra estamos protegidos de estos rayos gracias a la magnetósfera, la capa más externa de la atmósfera terrestre (600 km de altura hasta 60.000 kilómetros), que interactúa con el viento solar y actúa como una barrera para la radiación cósmica, por lo general proveniente del espacio exterior.
Más allá de la magnetósfera los seres humanos quedarían expuestos a la radiación cósmica, tanto en el viaje espacial como en el planeta Marte, pues la atmósfera marciana es muy débil y no impide el paso de los rayos.
Un estudio reciente realizado con roedores y publicado en la revista Nature indica que los astronautas en Marte podrían verse afectados seriamente por esta radiación, hasta el punto de llegar a sufrir una especie de “demencia espacial”. En “Exposición a la radiación cósmica y la disfunción cognitiva persistente”, Vipan K. Parihar, Barrett D. Allen, Chongshan Caressi y 9 investigadores más describen los efectos de los rayos cósmicos al ser aplicados a un grupo de roedores y cómo podrían proyectarse los resultados de este experimento a lo que podría pasar a astronautas en Marte sujetos a un percance semejante.
La radiación afectó tanto el cerebro como la espina dorsal de los roedores, generando inflamación y daños irreversibles en tejidos del hipocampo y la corteza cerebral, afectando la capacidad cognitiva, la memoria reciente y la facultad para tomar decisiones o desempeñarse con normalidad. Uno de los aspectos más graves de una exposición a una eventualidad como ésta es que los síntomas continuarían empeorando, como en una especie de Alzheimer.
Otro efecto registrado en el experimento fue la incapacidad para manejar el estrés en situaciones de peligro y para resolver situaciones conflictivas.
En el resumen del artículo afirman:
“Nuestros datos proporcionan evidencia adicional de que el viaje espacial profundo representa una amenaza real y única a la integridad de los circuitos neuronales del cerebro”.
Este obstáculo podría evitarse creando cubiertas protectoras para trajes y naves espaciales que no sean demasiado pesadas o engorrosas (en el caso de las naves, algunos ingenieros espaciales hablan de usar productos de la nanotecnología), y productos farmacéuticos que puedan contrarrestar los efectos más perjudiciales de una exposición a rayos cósmicos. La conclusión del artículo no puede ser más optimista:
“A diferencia de otras aventuras de la humanidad, el espacio es realmente la última frontera. Nuestra exploración de nuevos mundos extraños no debe ser obstaculizada por el miedo a la exposición a la radiación cósmica, sino más bien, inspirar mayores esfuerzos para avanzar en nuestra comprensión de un problema no reconocido previamente”.
Un nuevo descubrimiento que propiciará, sin duda, mayores beneficios a nuestros futuros viajes interestelares, en algún momento de nuestra historia.
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