La vida de los hermanos siameses no ha de ser fácil. A las dificultades físicas y emocionales hay que unir el hecho de que, en épocas pretéritas, eran exhibidos en circos. Esa era la única manera que tenían de subsistir. El caso que nos ocupa es todavía más terrible si cabe, ya que no fueron ellas ni su familia las que eligieron ese tipo de vida. No tenían opción: eran esclavas. Millie y Christine McKoy, siamesas, esclavas, compradas y vendidas como objetos.
Millie y Christine McKoy, siamesas, esclavas, compradas y vendidas como objetos
Millie y Christine McKoy nacieron en julio de 1851 en una granja cercana a Whiteville, Carolina del Norte, en EE.UU. Eran hijas de dos esclavos llamados Noemia y Jacob que pertenecían a un herrero llamado Jabez McKay. La pareja había tenido siete hijos anteriormente que no presentaron ningún problema de salud. Las niñas compartían la pelvis pero cada uno de ellas tenía sus propios brazos y piernas.
Cuando las chicas tenían 10 meses el herrero decidió venderlas a un feriante que pagó por ellas 1.000 dólares. Éste, llamado John C. Pervis, las exhibía y pasaba un porcentaje de las ganancias al primer propietario de las niñas. 14 meses después fueron vendidas a otro feriante llamado Brower que las llevó a la Feria Estatal de Carolina del Norte. Las niñas tuvieron un gran éxito y se las conocía como «Las gemelas de Carolina». Fueron compradas por un estafador tejano que dio a Brower un falso pagaré por 45.000 dólares. Estafado, arruinado y sin las niñas, Brower vendió el pagaré a un amigo suyo, un rico comerciante llamado Joseph Pearson Smith.
El estafador, en un acto que se calificó como secuestro, se llevó a las niñas a Gran Bretaña. Allí las exhibía medio desnudas para que se viera que no había trampa en el número de feria que organizó. Esa fue la peor época para las siamesas. Sin embargo, su plan salió mal. Joseph Pearson Smith viajó a Londres acompañado por la madre de las niñas y tras un pleito le fueron devueltas. Regresaron a EE.UU. donde fueron educadas por la esposa del Sr. Pearson que les enseñó 5 idiomas, a leer y escribir y además a bailar y cantar para que pudieran ganarse la vida. En el año 1863, al llegar la emancipación de los esclavos, la familia se mudó a vivir con los Pearson Smith.
Las niñas siguieron actuando y cosechando grandes éxitos. Eran conocidas como The Two-Headed Nightingale o The Eighth Wonder of the World (El ruiseñor de dos cabezas o La octava maravilla del mundo). Fueron recibidas por importantes personalidades entre las que se contaba la Reina Victoria de Inglaterra. El Sr. Joseph Pearson Smith se convirtió en su representante y les organizó giras y eventos, e incluso se publicó un libro con su biografía «History and Medical Description of the Two-Headed Girl». Ganaron mucho dinero y con él compraron para su padre la granja en que habían nacido. Durante la última temporada como artistas se unieron al circo de PT Barnum donde permanecieron hasta que su salud se lo permitió. Muy deterioradas, pues sufrían tuberculosis, se retiraron a la granja en Carolina del Norte, donde fueron muy activas en las iglesias de la comunidad negra haciendo obras de caridad. El 8 de octubre de 1912 las hermanas fallecieron. Primero se fue Millie y 12 horas después murió Christine. Habían vivido unidas durante 61 años.
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