En mayo se celebró el 150 aniversario del padre del psicoanálisis Sigmund Freud, uno de los exponentes intelectuales del siglo XX y en conmemoración examinaremos uno de los conceptos recogidos en su obra “ Zur Einführung des Narzißmus” (“Introducción al narcisismo”) que según algunos expertos se ha quedado ya obsoleta, nos referimos a la envidia del pene.
La envidia del pene de la que hablaba Freud, ¿es real? ¿Acertó?
¡Qué mejor manera para celebrar el aniversario de un personaje tan controvertido como Sigmund Freud (cuyas teorías del psicoanálisis puedes conocer mejor mediante estas frases), que con un poco de polémica! Pues sí, porque aunque en su tiempo esta teoría fuera del todo revolucionaria ya que con ella se postulaba existencia de la sexualidad infantil en un entorno social tan mojigato como el de la Viena de principicios del siglo XX, donde el solo hablar de sexo era casi pecado. Viene este ilustre señor y dice que el desarrollo sexual de la mujer viene determinado por un momento clave, que tiene lugar en la niñez entre los 3 años y medio y los 6, cuando al comparar sus genitales con los de un varón descubre que estos son más grandes y por tanto proporcionarán un mayor placer. Naciendo así -según Freud- una envidia del pene, que con el tiempo se convertirá primero en un anhelo, en una admiración -amor hacia el padre- y más tarde pasará a traducirse en el deseo de dar a luz a un hijo, pues únicamente a través del coito la mujer puede satisfacer ese anhelo de tener el pene.
Las primeras críticas sobre este aspecto del psicoanálisis no tardaron en surgir, ya en época de Freud, de mano de una colega psicóloga y psicoanalista alemana Karen Horney quien establece que las diferencias psicológicas entre los dos sexos, no viene dictada por las evidentes y necesarias diferencias biológicas de los mismos, sino que deben su origen a distintos factores sociales y culturales. Por lo que la envidia del pene sería más bien una envidia de las ventajas y privilegios de los que el hombre de aquel siglo gozaba y de los que la mujer carecía.
Por otra parte, el razonamiento freudiano: «genitales más grandes producen mayor placer» ha sido derribado con el tiempo y la investigación científica. Se ha demostrado ampliamente que el clítoris, aunque más pequeño, posee unas 8000 terminaciones nerviosas, más incluso de las que pueda tener el pene, sin contar que tanto las paredes de la vagina como los labios también tienen sensibilidad, además del ya célebre punto G, situado en la esponja uretral. Por lo que el placer femenino no estaría para nada en desventaja, más bien al contrario.
Y tú, ¿qué opinas acertó con su teoría? Cuéntanoslo.
Mientras tanto, descubre: 4 fascinantes casos que estudió Freud.
Imágenes: Evolución y Neurociencias, Todd Ehlers, Xdon elias