¿Cuántas horas tiene el día? Seguramente hay muchos que piensan que algunas menos de las que debería tener. El tiempo es oro, pero no siempre lo sabemos gestionar, y ese es el gran problema. Una hora puede dar para mucho o para nada, según se aproveche. Hay infinidad de técnicas y tácticas para sacarle partido a cada minuto, pero hay una de nombre curioso que tiene auténticos fans: la Técnica Pomodoro. ¿Quieres saber en qué consiste?
¿Te falta tiempo? Prueba la Técnica Pomodoro
Sencilla y eficiente, si se toma en serio, por supuesto. Y hace falta una herramienta imprescindible: un reloj, pero no precisamente para mirar la hora. El reloj (o mejor un temporizador) marcará las fases del trabajo. Si se prefiere, también hay infinidad de aplicaciones y herramientas informáticas.
¿Cómo ponerla en práctica? Vamos a ello:
- Lo primero es elaborar un listado de tareas, factible, de nada sirve agobiarse de antemano con trabajos que sabemos será imposible realizar.
- Se trabaja entonces de manera intensiva durante 25 minutos. Ni uno más ni uno menos, y sin distracciones. A estos periodos se les llama “pomodoros”
- Pasado ese tiempo se descansa (mejor, se desconecta) durante 5 minutos.
- Se trabaja otro “pomodoro” y se descansa de nuevo. Así sucesivamente.
- Cuando se tengan 4 “pomodoros” el descanso será de 20 minutos.
Pero, como no podía ser tan sencillo, la Técnica Pomodoro exige cuidar algunos aspectos. Lo primero, jerarquizar las tareas que se quieren realizar. También conviene calcular cuánto tiempo puede llevar cada una, eso permite gestionar mejor el tiempo que se les dedica.
Y hay que ser muy estricto. Son 25 minutos de trabajo, aunque queden solo 10 para acabar la tarea hay que parar. Y lo mismo ocurre con los descansos, hay que olvidarse del “un poquito más”. ¿Y si lo que pasa es que se ha terminado el trabajo y sobran 10 minutos del “pomodoro”? En ese caso lo mejor es repasar o mejorar lo hecho hasta que acabe el tiempo.
Más consejos. Nada de distracciones mientras se trabaja. Por supuesto, el teléfono en silencio, porque cada distracción es un verdadero ladrón de tiempo, sin contar con la pérdida de concentración. Y al contrario, en el tiempo de descanso nada de pensar en el trabajo pendiente. Cada cosa tiene su momento y su tiempo, y conviene ser inflexible.
Y una vez que se domina la técnica se pueden poner metas. Es decir, aquella tarea que se realiza en cuatro “pomodoros” intentar hacerla solo en tres. Al final se conseguirá sacar ese partido que tanto necesitamos al tiempo de estudio o de trabajo. Las horas seguirán teniendo 60 minutos, pero darán mucho más de sí.
Este método se basa en la idea de que la agilidad mental se ve favorecida si se realizan pausas frecuentes. Por supuesto, también tiene detractores, que señalan que es demasiado rígida o que los periodos de trabajo son excesivamente cortos. Pero nada como ponerla en práctica y ver si funciona en cada caso particular e, incluso, adaptarla a las preferencias de cada uno. ¿Dispuesto a intentarlo?
No podemos despedirnos sin contar una curiosidad. La Técnica Pomodoro la inventó un italiano, Francesco Cirillo, en los años 80. ¿Pero imaginas por qué la bautizó así? Porque utilizó para medir el tiempo uno de esos cronómetros de cocina con forma de tomate, es decir, de “pomodoro”.
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